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Boca cayó con diez ante Arsenal

El Xeneize rompió su racha en la Liga con la derrota 1 a 0 en Sarandí. Jugó casi todo el segundo tiempo con diez, por la roja a Weigandt. El gol fue de Pombo, de taco.

Poca gente más extraña que los entrenadores de fútbol. Está claro que son los que más saben, que piensan en la pelotita 24/7 y que son los que están ahí con los jugadores y ven, en la diaria, quién anduvo bien en la semana, quién mal, quién puede tener alguna molestia, quién llega cien por cien al partido.

El tema es que, a veces, da la sensación de que se meten solos en problemas. Dicho en términos filosóficos: a los entrenadores les fascina comprarse quilombos. Pareciera que aman entrar a la jaula y retorcerle la cola al león. O sea: si la hamburguesería anda bien, vende y vende, el local siempre lleno, un técnico de fútbol llega y pone ahí mismo un videoclub o un parripollo.

Y ahí está Almirón, consiguiendo VHS para montar su videoclub. Porque Boca juega y le gana muy bien a Tigre, es superior a su rival con una línea de tres volantes conformada por Medina, Varela y el Equi, pero, entonces, ¿qué hace al siguiente partido el entrenador? Romper esa línea de volantes que tan bien había funcionado y ensayar un 4-4-2 con el doble 9 Benedetto-Merentiel.

No es la primera vez que Almirón cambia (para mal). Lo hizo ante River, poniendo cinco atrás, y fue muy superado y perdió sin casi patear al arco rival. También lo hizo contra Pereira, en Colombia, cuando volvió a retrasar a Advíncula de 4 en lo que justamente había sido un gran acierto suyo convertirlo en 8.

En Sarandí a Boca se lo vio incómodo con ese dibujo 4-4-2. Sin llegada de los volantes, sin chances prácticamente en un PT en el que apenas ensayó un remate peligroso. Uno solo. Tuvo la pelota Boca, pero no generó nada riesgo. Flojísimo Benedetto otra vez, desconectado Merentiel, con intermitencias Villa, sin poder desequilibrar por afuera Advíncula, lejos de pisar el área Medina, así, a Boca le costó horrores.

El fútbol tiene estas cosas: en lugar de acercarlo al gol, el doble 9 alejó a Boca del área rival. Y Arsenal, un equipo que va anteúltimo y que perdió 12 partidos de 19, no sufrió grandes sofocones y hasta lastimó a Boca con esa gran resolución de taco de Joaquín Pombo (su primer tanto, en 14 PJ), en un grito que, para la emoción, llegó justo cuando en el estadio se homenajeaba a Javier Yacuzzi, fallecido el lunes, a los 43 años.

Los cambios para la segunda parte condenaron al propio Almirón porque, más allá del cansancio de Arsenal y de su retroceso lógico, Boca -con diez, mal expulsado Weigandt, hay que marcarlo- mejoró con el ingreso de Equi, quien fue importante para conectar líneas, algo que el equipo no había tenido.

Más allá de esto, de algunas buenas intenciones, no le alcanzó a Boca, que pudo estar cerca del empate con alguna chance, pero que siempre estuvo muy lejos de un buen funcionamiento. Arsenal le ganó bien y le cortó la racha de tres triunfos al hilo que traía en la Liga. De esta manera, dio un claro paso atrás en el Viaducto el equipo de Almirón (y el propio Almirón también dio un paso atrás).

Más allá de esto, hay que entender que Boca, este Boca, es un equipo en construcción, que se hace camino al andar (en pleno torneo, en plena Copa) y que actuaciones como estas son propias de un momento así.