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Tarjetas: las mejores y peores alternativas para cancelar deudas

En un escenario de crisis económica donde el consumo con tarjeta de crédito viene aumentando, los pagos con la tarjeta pueden llegar a retrasarse y la deuda puede volverse eventualmente inmanejable. De hecho, durante 2018 ya se vio un fuerte incremento en la cantidad de préstamos pedidos para cancelar deudas con las tarjetas: en la fintech Afluenta creció un 31% la cantidad de solicitantes, con un Costo Financiero Total (CFT) promedio del 145%, y en Wenance la suba en solicitudes fue de un 20%, con un CFT mínimo de 168%.

Además, por la crisis económica, el pago en cuotas con tarjeta de crédito ya viene ganándole al uso de efectivo o débito para consumos tan básicos como los del supermercado, algo que contribuye a engrosar aún más la deuda mensual habitual. Según datos del INDEC, sobre el total de compras en supermercados hechos en agosto predominó el pago en efectivo (34,9%) por sobre las tarjetas de crédito (32,8%), pero en noviembre eso se revirtió a 34,4% y 37,4%, respectivamente.

En este escenario, ¿qué conviene hacer entonces si la deuda con la tarjeta se desboca? La principal alternativa que recomiendan los analistas es pedir un préstamo, pero comparando las tasas, CFT y plazos que ofrecen respecto a los del plástico. Según el CEO de Afluenta, Alejandro Cosentino, la ventaja de pedir un crédito es que “generalmente las tasas que se pueden obtener son más bajas que las de las tarjetas, que suelen cobrar aproximadamente un 25% más, sumado a que se pueden ampliar los plazos”.

A la hora de pedir un crédito, sostienen los analistas, la clave es hacerlo justo antes de caer en incumplimientos con la tarjeta, ya que cuánto mayor sea el atraso más caro será conseguir financiamiento. “Es importante evitar acumular atrasos porque el buen comportamiento es la carta de presentación para recibir cualquier crédito. Si se está atrasado un mes pero aún no venció la segunda cuota, todavía se está a tiempo de pedir créditos por ejemplo a cualquier fintech, que suelen otorgarse en 48 horas”, sostuvo Cosentino.

El problema viene, precisamente, cuando alguien acumula dos o tres atrasos en los pagos: como el riesgo de impago es muy alto, en esa situación será muy difícil conseguir financiamiento o se lo obtendrá a tasas muy altas. “En estos casos, los scores de crédito indican que hay una probabilidad de impagos del 30%, por lo que los bancos se corren y muchas fintech cobran tasas altísimas, de hasta más del 500%”, sostuvo Cosentino. Tampoco serán sujetos de crédito quienes tengan pagos mínimos muy elevados respecto a sus sueldos: nadie querrá prestarle por ejemplo a alguien que acumula un mínimo de $ 25.000 pero gana $ 30.000.

En estos casos de atrasos graves, entonces, las opciones que quedan no son muchas: se debe intentar renegociar con el acreedor o, si dan los tiempos y el bolsillo, reorganizar las finanzas para cancelar la deuda con ahorros propios. En el primer caso, sostienen los analistas, la renegociación tampoco garantiza nada porque, si bien muchas veces los bancos pueden dar créditos si alguien está por atrasarse, lo hacen dependiendo de su política crediticia y de cómo venga su cartera de mora en los últimos meses.

Opciones no recomendables

Por otra parte, una opción que los especialistas no recomiendan para cubrir la deuda con la tarjeta es refinanciarse con el propio plástico: sostienen que, del monto total a pagar, un 5% entra en el pago mínimo y el 95% restante se refinancia con un CFT que suele superar el 100%. Según Cosentino, “pagar la tarjeta sin usarla puede llevar de esta manera alrededor de dos años, y entonces pagar el mínimo termina convirtiéndose en un préstamo a tasa variable por 24 meses cuando sacar un crédito es a tasa fija y quizás con mayor plazo”.

De hecho, según el CEO de la fintech Wenance, Alejandro Muszak, el negocio de las tarjetas es precisamente ganar con los pagos mínimos. “El Interchange Fee, el cargo que se aplica a la totalidad de las compras cuando se paga a término, es de sólo 1,75%, a lo que hay que descontar los gastos de procesamiento. Claramente con los pagos mínimos las tarjetas ganan mucho más, pero esto daña el perfil crediticio de quienes necesitan financiarse”, sostuvo.

Otra opción que los analistas descartan es usar el descubierto, cuyas tasas son mucho más altas que en las tarjetas de crédito. Según Jose Luis Rojas, gerente comercial de la fintech Resuelve Tu Deuda, la diferencia de tasas entre ambos instrumentos es alta: “Si con la tarjeta se paga por ejemplo un interés del 10% mensual para un crédito de $ 20.000, es decir unos $ 2.000 mensuales, con el descubierto puede llegar hasta el 40% o 50%”.

Además, para los analistas tanto el descubierto como las tarjetas tienen el riesgo de ser a tasa variable y de que en cualquier momento pueden cortarse como fuente de financiación: aseguran que esto último ocurrió en 2018, cuando muchas entidades les cortaron a sus clientes las líneas de descubierto y el límite de las tarjetas.

Cómo evitar situaciones complicadas

Para evitar caer en situaciones de deudas complicadas, Rojas aseguró que lo principal es entender las causas del endeudamiento, “que pueden ser porque una persona no sepa cómo funciona exactamente su tarjeta de crédito, cómo manejarla, o por no tener un orden y control general de sus gastos”.

En ese sentido, aseguró que es necesario hacer un presupuesto que distribuya el 70% entre los gastos esenciales (alquiler, colegio, salud, etc.) y el resto destinarlo a pagar deudas, ahorrar, y para algo de entretenimiento. Es muy importante también, sostuvo, “tener un fondo de emergencia equivalente a 6 meses del sueldo para cualquier eventualidad, por si se llega a perder el trabajo”. Y además, consideró que refinanciarse tomando otro crédito debe ser sólo una eventualidad, ya que si el desfasaje entre ingresos y gastos es algo constante generará una bola interminable que genera mucho gastos extra en intereses.

Por otra parte, respecto a los gastos, deben analizarse los resúmenes de cuenta para ver bien en qué se está gastando, desglosando cuánto se debe y a qué tasas. Luego de esto, es necesario armar un plan de austeridad que entre otras cosas recorte los “gastos hormiga”, como los viajes en taxi, y eliminar o restringir los instrumentos de financiación inmediata, como la tarjeta de crédito.

A esto hay que sumarle llevar un control detallado de todas las compras, sostiene Rojas, porque cuando se hacen consumos en seis o doce cuotas «se puede perder la noción del tiempo que llevaría pagar determinado producto y a mitad de plazo se suelen volver a hacer nuevas compras a montos elevados». Para hacer esto puede ayudar guardar los comprobantes de todo lo gastado y de las compras cuyo pago se extiende por muchos meses.

Monitorear las tarjetas

En todo esto es clave también monitorear los consumos que se van haciendo con las tarjetas, ya que según Cosentino “la gente tiene una tendencia a ‘reventarla’ porque siente que no está ‘gastando mucha plata’, pero los consumos se hicieron y en algún momento van a llegar”.

Otro error muy habitual, sostiene Rojas, es no saber cómo funciona una tarjeta de crédito, algo que va desde leer un estado de cuenta hasta entender qué significan conceptos como el “CFT” y sus implicaciones en el costo del crédito.

Es clave también, sostuvo, no considerar al plástico como un ingreso extra, sino como lo que es: un instrumento de pago que presta una determinada cantidad de fondos que deben devolverse. “El problema es que muchas personas consideran la línea de crédito como un ingreso regular y eso afecta la percepción real de su capacidad de pago”, afirmó.

Sobre si es conveniente tener más de una tarjeta, Rojas recomienda evitarlo porque eso dificulta “tener un control riguroso de los gastos”. Si la opción es tenerlas, sostiene que lo ideal es destinar una a los gastos diarios y la otra con montos mayores a emergencias o grandes compras, algo que facilitará el seguimiento de los gastos.

Por otra parte, sostuvo que es un error pagar una tarjeta con la otra porque eso termina generando “una deuda aún más grande que la primera”. Al contrario, para Cosentino manejarse con varias tarjetas a veces puede ser una buena herramienta para “ir jugando con los saldos”, pero siempre teniendo disciplina en el manejo.

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