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Así afecta al corazón estar “quemado” por el trabajo: consejos para cuidarlo

Falta de energía o agotamiento, aumento de la distancia mental con respecto al trabajo o sentimientos negativos hacia él y eficacia profesional reducida son las tres dimensiones que caracterizan al burnout o síndrome de desgaste ocupacional, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó este año en su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE). ¿Qué le pasa a una persona que lo sufre? ¿Qué hacer para afrontarlo?

El síndrome -que provoca la sensación de estar “quemado”- se produce “como resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito”, define la OMS.

“A pesar de lo que comúnmente se cree, no se puede vivir sin estrés . El estrés es tan necesario para vivir como respirar”, sostienen desde la Fundación Cardiológica Argentina (FCA) y se preguntan por qué siendo tan necesario, es factor de riesgo para infartos y accidentes cerebrovasculares, entre otros problemas de salud.

“El estrés es una respuesta desarrollada hace decenas de miles de años para hacer frente a las amenazas que acechaban al ser humano primitivo. Esta respuesta -explican- incluía un repertorio de signos como aumento de pulsaciones y de la presión, disminución del flujo de sangre a las vísceras, mayor flujo de sangre al cerebro y mayor atención.”

Los médicos cardiólogos Jorge Tartaglione, presidente de la FCA, y Julio Giorgini, advierten en un comunicado divulgado hoy por la entidad que nuestra mente no está preparada para afrontar todas las situaciones que hoy nos estresan, entre las que incluyen las que pueden provocar daño físico (como inseguridad, maltrato físico) pero también la sobreexigencia laboral, las presiones en el trabajo, la inflación, el riesgo país, el dólar, la soledad, la discriminación, el aislamiento y la desocupación.

“La persona que está muy estresada pierde la capacidad de discernir entre el estresor ‘real’ del ‘no real’, es decir lo que puede realmente dañarnos y lo que no. Peor aún, pierde la capacidad de darse cuenta de qué es lo que realmente le hace bien. Y muchas veces termina buscando en placebos (como el consumismo, el alcohol, las drogas o el cigarrillo)”, afirman y sostienen que llegado ese punto es necesario buscar recursos que permitan recuperar el equilibrio interno.

El síndrome del quemado puede ocurrirle a cualquier persona, aseguran los especialistas, que llaman a estar atentos a los signos de alerta. “Cuando nos sentimos agobiados, cansados, que no podemos salir, que perdemos el control de lo que estamos haciendo, y estas sensaciones permanecen en el tiempo, nos enferman.»

Pero ¿qué le pasa a una persona que sufre burnout? Tartaglione y Giorgini explican que hay tres sistemas que están en alerta: el nervioso, el inmune y el hormonal (que descarga el cortisol, hormona del estrés).

“Si estás en un trabajo que no te gusta, vivís alguna situación de estrés o sos muy autoexigente, el sistema nervioso reacciona teniendo una frecuencia cardíaca muy alta, la presión arterial aumenta, el sistema inmune se empieza a defender y el sistema hormonal empieza a liberar cortisol; todo esto funciona como una olla a presión que en algún momento estalla y enferma. Ahí aparecen los problemas cardiovasculares, cerebrales, infarto de miocardio, entre otros”, enumeran y añaden que en la época actual, la hiperconexión (que impide alejarse de las cuestiones laborales) potencia el cuadro.

"Nuestra mente no está preparada para afrontar todas las situaciones que hoy nos estresan", advierten desde la FCA.

Para prevenir estas situaciones o dismunir el impacto del desgaste laboral, desde la FCA recomiendan:

✔️Aprender a decir que no y no sobrecargar la agenda.

✔️Disfrutar del ocio recreativo, de no hacer nada.

✔️Aprender a priorizar. Focalizar en una sola cosa para hacer y diferenciar lo urgente de lo importante.

✔️Potenciar los lazos afectivos. Las personas con una buena red de contención social se enferman menos.

✔️Hacer actividad física en forma regular. “Es un recurso excelente para disminuir el nivel de estrés”, afirman. Caminar, trotar, correr, andar en bicicleta, bailar, hacer yoga son algunas de ellas. La práctica grupal, además, contribuye a la socialización.

✔️Mindfulness. Una herramienta para lograr la ansiada paz y tranquilidad interior. “Tiene como concepto estar atentos aquí y ahora, sin juzgar y se logra a través de la práctica formal de meditación. Ya sea en sesiones de 45 minutos, 20, 10, lo que se pueda, con el tiempo se va logrando estar más tranquilo. Este método implica experimentar, relacionarnos con cada cosa que hacemos; así se podrá reconocer que dentro de cada día complicado, estresante, hay muchas situaciones que son agradables, reconfortantes, llenas de amor”.

En el año 2017 la Asociación Americana del Corazón(AHA) publicó un estatuto donde recomienda a los profesionales de la salud indicar la meditación para disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares junto a las prácticas clínicas previamente publicadas con evidencia científica fuerte, a pacientes que deseen hacer un cambio de estilo de vida y acepten este tipo de prácticas.

✔️Alimentación saludable, con muchas frutas y verduras, pocas harinas y grasas saturadas, abundante hidratación, colabora a disminuir el nivel de estrés. Es fundamental dedicarle tiempo a comer y no hacerlo de manera apurada. La OMS recomienda comer al menos 5 días a la semana frutas y verduras, y de 4 a 5 porciones de frutas y/o verduras por día.

✔️Buen descanso. El sueño también es una manera de darnos cuenta que nuestra relación con el estrés no es buena. No es normal no poder conciliar el sueño de manera crónica. Es muy importante comenzar por una higiene del sueño: cenar liviano, evitar utilizar dispositivos electrónicos o ver televisión, no tomar café, y prescindir de actividades que favorezcan el nerviosismo antes de ir a dormir. Dormir menos de 6 horas está demostrado que aumenta el riesgo de eventos cardiovasculares.

Concluyen los especialistas: “Todo esto no se trata más que de disfrutar la vida, el trabajo que tenemos, encontrarle la vuelta, y tener expectativas razonables. Indudablemente estamos en un momento muy crítico, pero no hay que perder las esperanzas de que todo irá mejor. Esto es clave. Estar focalizado en lo que hacemos y tener tiempo para uno. Hacer pequeños grandes cambios para sentirnos mejor nos ayudará a cuidar nuestro corazón, no lo hipotequemos para el futuro”.

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