Un espacio para imaginar, jugar y encontrarse en el corazón del barrio

El pasado lunes 8 de abril, La Paternal estrenó un lugar que ya late como propio: el nuevo patio de juegos de la Plaza Intendente Casares. Este espacio, pensado para los chicos pero abrazado por todo el barrio, fue renovado con una temática selvática que invita a la aventura. Entre toboganes, puentes colgantes y juegos de equilibrio, la plaza se convirtió en un punto de encuentro donde la imaginación y la vida barrial se mezclan todos los días.

Un diseño hecho a la medida del barrio

El nuevo patio combina maderas tratadas y materiales reciclados, intervenidos por artistas locales que pintaron murales llenos de color y vida. Bajo las copas de los árboles centenarios, las familias disfrutan de mesas de picnic y bancos, mientras los más chicos se deslizan por toboganes que parecen troncos y cruzan puentes colgantes. Todo pensado para que la plaza sea un verdadero pulmón barrial, donde la naturaleza y la creatividad se dan la mano.

El barrio como protagonista

Antes de la obra, se realizaron talleres participativos donde las familias aportaron ideas para los colores y las temáticas del espacio. “Fue muy lindo ver cómo cada familia aportó ideas y luego las vio plasmadas en el juego”, contó Daniela, del centro vecinal. Así, el patio nació con el sello de los propios vecinos, reforzando el sentido de pertenencia y la identidad barrial.

“Este patio de juegos es un puente entre generaciones, une el pasado verde con la fantasía de los chicos” —Martín Silva, arquitecto del proyecto.

Seguridad, inclusión y espacio para todos

El área de juegos cuenta con piso de caucho antideslizante y juegos adaptados para niños con movilidad reducida. También se instalaron cestos de basura, bebederos y rampas de acceso. Así, el espacio busca ser inclusivo y seguro, apostando a que todos —chicos, familias, abuelos— puedan disfrutarlo en igualdad de condiciones.

La plaza, un nuevo centro de vida barrial

Desde su reapertura, la afluencia de vecinos aumentó un 50%. Familias, abuelos, adolescentes y chicos se encuentran cada tarde, generando un clima de encuentro, diálogo y solidaridad. “Da orgullo ver cómo se transforma un lugar olvidado en un centro de ocio y convivencia”, destacó Ana, vecina de La Paternal.

Cuidado y compromiso ambiental

El Gobierno porteño estableció un plan mensual de mantenimiento que incluye limpieza de juegos, revisión de estructuras y renovación del piso de caucho. Además, la obra fue posible gracias a la colaboración de empresas locales que donaron materiales reciclados, reforzando el compromiso con el medio ambiente y la economía circular.

Actividades culturales y talleres gratuitos

Para darle aún más vida al espacio, la Subsecretaría de Espacio Público lanzó un ciclo de cuentacuentos y talleres artísticos que se realizan todos los sábados de abril. La primera jornada incluyó títeres y música en vivo, convocando a familias enteras que se acercaron a compartir una tarde distinta.

Un lugar para todas las edades

El patio se convirtió en un verdadero punto de encuentro intergeneracional. Mientras los chicos juegan, los adolescentes dibujan en los murales habilitados, las madres conversan y los abuelos disfrutan del aire libre. Martín, papá de un vecino, resumió el sentir del barrio: “Esta plaza demuestra que invertir en espacio público es invertir en comunidad”.

Un espacio accesible y pensado para compartir

Además de las rampas de acceso y los juegos inclusivos, el patio ofrece sectores de descanso con sombra y bancos ergonómicos. Todo está pensado para facilitar los encuentros familiares y las tardes de amigos en un ambiente cómodo y accesible para todos.

Normas claras y seguridad garantizada

El espacio funciona de lunes a domingo de 8 a 20 horas y cuenta con puertas de cierre automático y cámaras de seguridad conectadas al 911. Se solicita a los vecinos respetar la limpieza y el buen uso del espacio, para que siga siendo un lugar de disfrute y encuentro para toda La Paternal.

Así, la Plaza Intendente Casares no solo sumó un patio de juegos, sino un nuevo corazón para el barrio. Un lugar donde las historias se cruzan, los chicos crecen jugando y la comunidad se fortalece.

 

 

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Por Pablo L.