Una jornada de sabores, música y encuentro comunitario

Una fiesta de colores y sabores

El pasado 26 de mayo, la Ciudad se llenó de banderas, aromas y voces de todo el mundo. En el corazón de Buenos Aires, vecinos y visitantes disfrutaron de la tradicional Fiesta de las Colectividades, un evento que ya es clásico en nuestra agenda barrial. Desde temprano, los puestos se instalaron ofreciendo comida típica, artesanías y trajes típicos de países como Italia, Siria, Paraguay, Alemania, Perú y muchos más. El boulevard principal vibró con risas y charlas, mientras el aire se impregnaba de empanadas, shawarma, chipa y pretzels recién hechos.

La propuesta nació hace años para acercar las raíces de cada comunidad a la vida cotidiana porteña. Hoy, se transformó en un espacio de convivencia donde cada puesto es una ventana a otra cultura. Los niños correteaban entre mesas llenas de colores y texturas, y los mayores aprovechaban para intercambiar recetas y consejos de cocina casera.

El orgullo de la diversidad

El escenario principal cobró vida con danzas típicas y música en vivo. Grupos folklóricos al ritmo del chamamé alternaron con bandas de música balcánica y coros que entonaron himnos nacionales. El Municipio montó gradas alrededor de un escenario semiabierto, y la plaza estalló de aplausos cuando cada artista saludó al público con un “¡gracias por acompañarnos!” en varios idiomas.

“Ver a mi hija aprendiendo los pasos de una danza italiana y a mi abuelo emocionado con un canto paraguayo fue lo más lindo del día”, compartió Mariana, vecina de La Paternal.

La jornada incluyó clases abiertas de baile para todos los gustos: tango, salsa cubana, cumbia colombiana e incluso polka alemana. Cualquiera podía sumarse a la pista improvisada: bastaba con animarse. A media tarde, un grupo de jóvenes organizó una ronda granulada, invitando a todos a probar movimientos de distintos rincones del planeta.

En cada esquina se respiraba esa mezcla de respeto y curiosidad que hace especial al barrio. Los organizadores contaron que, en total, participaron más de cuarenta colectividades, con más de cien voluntarios detrás del armado de puestos, la limpieza y la seguridad. Todo coordinado por la Dirección de Cooperación Cultural del Gobierno porteño, que se encargó de sumar mesas, sillas y baños químicos para que nadie perdiera la comodidad.

Espacios de encuentro y aprendizaje

La Feria de Libros se desplegó junto al sector gastronómico, ofreciendo lecturas sobre historia y tradiciones de cada país. Hubo talleres de origami japonés, clases de gaita gallega y demostraciones de bordado árabe. Los mayores participaron de charlas sobre migración y redes de apoyo comunitario, mientras que los más chicos aprendían a saludar en otros idiomas y a dibujar símbolos representativos.

El espacio saludable no faltó: se ofrecieron infusiones y aguas saborizadas para acompañar las comidas pesadas, y una carpa con muestras de tés paraguayos y mate cocido reunió a quienes buscaban descansar con una bebida caliente.

La tecnología también estuvo presente: en pantallas gigantes se proyectaron videos de viajeros contando sus experiencias, y un equipo de voluntarios tomaba fotos para compartir al instante en redes sociales con la etiqueta #ColectividadesBA.

El cierre incluyó la tradicional batucada, con tambores que hicieron retumbar las calles a modo de invitación a todos los vecinos. Las familias formaron círculos para bailar juntas, y algunos aprovecharon el momento para intercambiar contactos y planear futuros encuentros en sus clubes de barrio.

El éxito de la jornada quedó evidenciado en los rostros alegres y en los comentarios que circulaban por toda la Comuna 15: “Es lindo ver que nuestras tradiciones siguen vivas y que podemos compartirlas con todo el mundo sin salir del barrio”, decía Jorge, historiador local que colaboró con un stand de objetos antiguos.

La organización ya anunció que el año que viene habrá más sorpresas: se sumarán nuevas colectividades y se ampliará el espacio de actividades infantiles. Los vecinos sueñan con convertir esta fiesta en un fin de semana completo, con cine al aire libre y recorridos guiados por los puntos emblemáticos del barrio.

Así, la Ciudad demostró una vez más que la verdadera riqueza está en la mezcla de raíces y costumbres. La Fiesta de las Colectividades sigue siendo ese abrazo gigante que conecta a todos, sin distinción, alrededor de una mesa repleta de comidas, música y ganas de pasarla bien.

 

Por Pablo L.