La Ciudad reforzó su operativo invernal con móviles, ropa térmica y 47 centros de atención en plena ola polar
Una red de asistencia que no duerme
En medio de una de las semanas más frías del año, la Ciudad de Buenos Aires desplegó un operativo reforzado para asistir a personas en situación de calle. La consigna es clara: nadie tiene que pasar la noche a la intemperie, y para eso más de 600 personas están trabajando todos los días.
El dispositivo, que articula a personal estatal, voluntarios de ONG, iglesias y organizaciones comunitarias, funciona todos los días desde la caída del sol hasta el amanecer. Y ante la ola polar, se intensificó con recursos extra y presencia en los barrios más afectados por el frío.
Entre las novedades del operativo 2024, se destacan los más de 40 móviles nuevos que se sumaron para patrullaje y respuesta inmediata, algunos de ellos incluso en moto, lo que permite cubrir calles angostas y zonas de difícil acceso.
“Ninguna persona debería dormir en la calle. El compromiso de la Ciudad es estar ahí, una y otra vez”, expresó el jefe de Gobierno Jorge Macri al presentar el refuerzo del operativo.
Comida caliente, abrigo y acompañamiento real
Uno de los cambios clave en esta etapa es que ya no se reparten viandas frías en la calle: ahora, las personas son invitadas a clubes, iglesias o centros donde pueden comer bajo techo, acceder a baño, atención médica y vincularse con un equipo que les ofrece una alternativa más estable.
En esos espacios, no solo se ofrece comida caliente, sino también escucha y contención. Hay equipos sociales que hacen un seguimiento personalizado, con especial cuidado en los casos más frágiles: personas mayores, mujeres embarazadas, familias con chicos o personas con padecimientos de salud mental.
El abrigo también cambió. Este año se distribuyen kits completos de ropa térmica —pantalón, camiseta, gorro, guantes— que reemplazan a las clásicas frazadas, más difíciles de mantener limpias y menos efectivas para proteger del frío intenso.
Para quienes aceptan el traslado, hay 47 Centros de Inclusión Social (CIS) disponibles, con más de 4300 camas. Allí pueden dormir, higienizarse, alimentarse y empezar un proceso de inclusión real.
“Ninguna persona debería dormir en la calle… el compromiso de la Ciudad es estar ahí, una y otra vez” — Jorge Macri, refuerzo del mensaje oficial
Un sistema que depende también de los vecinos
La herramienta clave para activar la asistencia es la línea 108, disponible las 24 horas y gratuita desde cualquier teléfono. Cualquier vecino que vea a alguien durmiendo en la calle puede llamar y disparar el operativo en minutos.
Ese llamado se cruza con el mapa de recorridas de los móviles, que priorizan puntos donde hay más personas expuestas —estaciones, veredas amplias, zonas céntricas, ingresos de edificios— y permite que el equipo se acerque de forma más rápida.
No se trata solo de ofrecer un café o un abrigo: los equipos buscan convencer con respeto, tiempo y diálogo. Algunas personas aceptan el traslado, otras no, pero en todos los casos se deja constancia y se vuelve a intentar al día siguiente.
En muchos barrios ya se conoce a quienes hacen las recorridas, lo que ayuda a generar confianza. Algunos vecinos incluso se acercan a colaborar o avisan con antelación cuando saben de alguien que está pasando la noche en la calle.
Durante julio y agosto —meses críticos por las temperaturas—, el dispositivo se mantendrá activo todas las noches. Si el frío extremo persiste, se contempla ampliar los recursos y sostener la logística por más semanas.
Los Centros de Inclusión también ofrecen acompañamiento para quienes quieren iniciar un camino de salida de la calle. Hay derivaciones a programas laborales, cursos de formación, ayuda psicológica y redes de apoyo para la reinserción social.
El operativo busca ser firme, pero sensible. Estar presentes con humanidad, sin forzar ni estigmatizar. Porque nadie elige dormir en la calle, y mucho menos en medio del invierno.
La política pública cobra sentido cuando se vuelve acción concreta. Y en este caso, salvar una noche puede ser salvar una vida. Por eso el despliegue apunta a estar cerca, con equipos que no se rinden y que vuelven cada día.
Frente al frío extremo, la Ciudad apuesta a una red humana de cuidado, con presencia territorial, logística y compromiso. Y con un mensaje claro: no hay lugar para la indiferencia cuando hay vidas en juego.