Una galería a cielo abierto transforma las paredes grises de la avenida en un paseo colorido cargado de historia, barrio y mensaje social
Colores que hablan en pleno corazón de Agronomía
Quien camine por la Avenida San Martín, entre Beiró y Artigas, se va a encontrar con un verdadero museo callejero. No hay que pagar entrada ni pedir turno. Basta con abrir los ojos y dejarse llevar por los colores que brotan de las paredes. En pocas cuadras, los murales cuentan historias, reclamos, sueños y orgullos del barrio.
Ese tramo de San Martín, que divide los barrios de Villa Devoto y Agronomía, se fue llenando con el tiempo de obras hechas por vecinos, colectivos artísticos, estudiantes y organizaciones sociales. Cada mural tiene su impronta, su motivo, su historia detrás.
Hay homenajes a deportistas, escenas de vida cotidiana, figuras del tango y hasta mensajes feministas o de conciencia ambiental. Pero todos tienen algo en común: nacieron del impulso barrial y se sostienen con amor comunitario.
Una identidad que se pinta en la pared
Uno de los más llamativos está justo frente al Club Ciencia y Labor: un retrato enorme de Diego Maradona con la camiseta de la Selección. Es imposible pasar por ahí sin que alguien se detenga a sacar una foto o dejar una flor, sobre todo en fechas especiales.
Un poco más adelante, sobre una medianera a la altura de Gavilán, aparece una escena pintoresca de feria barrial, con puestos de frutas, vecinos saludándose y pibes jugando a la pelota. Esos murales no sólo decoran: retratan lo que somos.
Otros representan causas sociales: en la esquina con Pareja hay uno que recuerda a las Madres de Plaza de Mayo, y otro con un mensaje claro contra la violencia de género. Son obras que interpelan, que sacuden al que pasa, que invitan a pensar más allá del tránsito diario.
“Acá hay más historia en una pared que en muchos libros”, dice un vecino que todos los días camina por la zona y saluda a los murales como si fueran viejos amigos.
Arte colectivo, sin firma ni cartel
Lo que llama la atención es que la mayoría de estas obras no están firmadas. Son anónimas, colectivas, hechas con la intención de compartir, no de figurar. Muchas nacieron de talleres abiertos, convocatorias del barrio o movidas autogestivas de artistas jóvenes.
También se nota la presencia de escuelas de la zona, que pintaron murales junto a los chicos. Hay frases escritas con letra infantil, dibujos simples pero potentes, y una frescura que no se consigue con aerosol sino con corazón.
En otros casos, fueron organizaciones sociales quienes pusieron manos a la obra: cooperativas de vivienda, centros culturales o espacios feministas. Y cuando el mural se gasta o se deteriora, muchas veces los mismos vecinos se organizan para volver a pintarlo.
Un paseo distinto, lejos del centro
En tiempos donde todo parece pasar por Palermo o San Telmo, esta parte de Agronomía y Devoto propone una experiencia distinta: caminar sin apuro y dejarse sorprender por el arte del barrio. No hay tours pagos ni QR para escanear. Hay vereda, historia, y ganas de mirar distinto.
Quienes viven en la zona lo saben bien: esos murales acompañan desde hace años. Están ahí cuando uno vuelve del trabajo, cuando saca a pasear al perro o espera el colectivo. Forman parte de la rutina, como los árboles de la vereda o el saludo del quiosquero.
Para quienes no conocen, es una invitación: recorré la avenida San Martín entre Beiró y Artigas. Levantá la vista. Mirá los muros. Vas a descubrir un barrio que se cuenta en colores, que transforma el cemento en memoria y las paredes en poesía.