Entre galpones, obreros y locomotoras, La Paternal forjó su identidad de barrio trabajador, con una historia que aún late en sus esquinas
Los orígenes industriales de un barrio con pulso obrero
Antes de ser el barrio que conocemos hoy, La Paternal era tierra de galpones, fábricas textiles y talleres mecánicos que le daban empleo a cientos de familias. A principios del siglo XX, los terrenos cercanos al Ferrocarril San Martín se convirtieron en zona estratégica para la industria porteña, atrayendo a migrantes del interior y de Europa que llegaban con ganas de trabajar y echar raíces.
El desarrollo fabril se concentró especialmente entre las calles Warnes, Donato Álvarez, Trelles y Gavilán. Los galpones metalúrgicos y de confección marcaron el ritmo del barrio durante décadas, y no era raro ver salir a los obreros con sus mamelucos grises al mediodía, camino al bodegón más cercano.
Los trenes: columna vertebral del barrio
El otro gran protagonista de esta historia es el tren. La estación La Paternal del Ferrocarril San Martín fue, desde su inauguración en 1904, el corazón logístico y social del barrio. A su alrededor se instalaron fábricas, depósitos y obradores. Además, fue punto clave para el transporte de mercaderías hacia el Mercado Central, que funcionaba en Liniers.
Los vagones cargados de producción local salían desde ahí rumbo al interior del país. Al mismo tiempo, los empleados ferroviarios se convirtieron en parte esencial del entramado vecinal. Muchos vivían a pocos metros de la estación y organizaban encuentros en clubes como Argentinos Juniors o en sociedades de fomento.
«En La Paternal, los chicos jugaban entre vías y fábricas, y el silbato del tren marcaba el ritmo del día», recuerda Héctor, vecino del barrio desde 1953.
Fábricas que marcaron época y dejaron huella
Entre las industrias más emblemáticas de la zona se recuerda la textil Selsa, los talleres del Ferrocarril y pequeñas fábricas de velas, conservas, repuestos y autopartes. Algunas de esas estructuras aún sobreviven, recicladas como viviendas, depósitos o espacios culturales. Otras fueron demolidas, pero su recuerdo sigue en los relatos de los vecinos mayores.
A lo largo de los años 80 y 90, con la desindustrialización y el cierre de ramales ferroviarios, muchas de estas actividades fueron desapareciendo. Sin embargo, el espíritu fabril persiste en la memoria colectiva y en la arquitectura de galpón que aún se ve sobre calles como Remedios de Escalada de San Martín o Espinosa.
Un presente que se resignifica en la historia
Hoy, La Paternal combina esa herencia de trabajo con nuevos usos del espacio. Donde antes hubo fábricas, ahora hay centros culturales, canchas de fútbol, cooperativas y emprendimientos autogestivos. Los mismos galpones que supieron forjar metal y textil, ahora laten con la energía de nuevas generaciones que recuperan el espíritu barrial.
Entre casas bajas, paredes de ladrillo y antiguas bocacalles industriales, el barrio conserva su identidad con orgullo. La historia ferroviaria y fabril de La Paternal no es un pasado olvidado, sino una marca profunda que sigue presente en cada rincón.