Ante casos de ciberacoso o difusión de contenido íntimo, se definieron pasos concretos para actuar en los colegios porteños

Una herramienta clave frente a un problema cada vez más frecuente

Desde el 9 de diciembre, las escuelas públicas y privadas de la Ciudad tienen un nuevo protocolo obligatorio frente a la violencia digital. Se trata de una guía clara para actuar ante situaciones de ciberacoso, difusión de imágenes íntimas sin consentimiento, hackeos o publicación de datos personales, entre otras formas de hostigamiento.

La iniciativa fue impulsada por el Ministerio de Educación porteño, bajo la gestión de Jorge Macri y la ministra Mercedes Miguel. La medida busca brindar herramientas concretas para proteger a chicos y chicas frente al mal uso de las tecnologías dentro del ámbito escolar.

El impacto del ciberacoso en la vida escolar

Según datos de la Fundación Encontrarse en la Diversidad, el 40% de los estudiantes encuestados dijeron haber recibido mensajes ofensivos por redes sociales o celular. Y la Organización Mundial de la Salud advierte que 1 de cada 6 adolescentes en el mundo sufre algún tipo de ciberacoso.

Este tipo de violencia afecta el bienestar emocional, la autoestima y el vínculo con el entorno escolar. Los efectos van desde el aislamiento hasta cuadros de ansiedad o depresión, por eso es clave intervenir a tiempo y con responsabilidad.

La UNICEF define el cyberbullying como la intimidación a través de tecnologías digitales, lo que incluye redes sociales, mensajes, correos, fotos y hasta comentarios públicos que buscan humillar o excluir a alguien.

Qué contempla el nuevo protocolo

El protocolo establece que ante cualquier sospecha de violencia digital entre estudiantes, la escuela debe actuar rápidamente y registrar por escrito lo sucedido. El primer paso es convocar entrevistas con los alumnos involucrados, siguiendo lo establecido por la Ley 223 del Sistema Escolar de Convivencia.

Luego, se informa a la Supervisión y, si corresponde, al Ministerio Público Tutelar y al Consejo de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. También se contacta a las familias en reuniones separadas para explicar la situación y las acciones previstas.

El objetivo no es solo sancionar, sino generar conciencia. Por eso, se promueven acciones restaurativas y espacios de reflexión, donde se trabaje sobre el buen uso de la tecnología, el respeto a la intimidad y el valor del otro como sujeto de derecho.

Medidas posibles ante una situación de violencia digital

Entre las acciones que puede tomar la institución educativa, se contempla la separación transitoria del estudiante que cometió la agresión digital, si la gravedad del caso lo justifica. Además, se activa el acompañamiento de equipos técnicos según cada nivel educativo.

También se sugiere orientar a las familias víctimas sobre los canales de denuncia ante la Unidad Fiscal Especializada en Delitos Informáticos de la Ciudad. Siempre cuidando la confidencialidad y evitando revictimizar a quienes sufrieron el hecho.

Se busca además garantizar la revinculación con el grupo escolar del estudiante que ejerció la violencia digital, con las condiciones necesarias para que ese regreso sea cuidado y constructivo.

“Nosotros entendemos que la información y capacitación de toda la comunidad es necesaria para romper mitos respecto a la discapacidad”, señalan desde el Consejo de Derechos, destacando la importancia de sumar miradas para la inclusión real.

Construir una escuela sin violencia, también en lo digital

El protocolo pone el foco en la prevención: trabajar con todos los chicos y chicas para que entiendan que una foto, un chiste o una publicación pueden dañar profundamente. Y que lo digital también es parte de la vida real, con consecuencias reales.

Por eso se propone generar talleres, campañas, y espacios de participación donde se hable abiertamente del tema. No alcanza con apagar el celular: hay que aprender a usarlo con empatía, respeto y responsabilidad.

Desde el Estado, las escuelas y las familias, se necesita un compromiso compartido para frenar estas formas de violencia que muchas veces pasan desapercibidas, pero dejan huellas duraderas.

Con esta medida, la Ciudad de Buenos Aires marca una línea clara: el cuidado de las infancias también implica estar presentes en el mundo digital. Y que frente a cada situación, hay una comunidad educativa que sabe qué hacer y cómo acompañar.

Por Pablo L.