Un espacio con más de un siglo de historia, que pasó de ser parte de un cementerio provisorio a convertirse en un parque emblemático del barrio

Los orígenes: un lugar marcado por la fiebre amarilla

A mediados de 1871, Buenos Aires enfrentó una de sus peores crisis sanitarias: la epidemia de fiebre amarilla dejó miles de víctimas y obligó a improvisar un cementerio provisorio en las afueras. El sitio elegido fue en la zona de Chacarita, entonces un área de quintas y potreros.

Ese terreno, que hoy conocemos como Parque Los Andes, sirvió como lugar de entierro hasta que se habilitó el Cementerio de la Chacarita definitivo. El viejo cementerio provisorio fue clausurado en 1886 y, con el tiempo, el área comenzó a cambiar de función.

De campos abiertos a parque urbano

A comienzos del siglo XX, la Ciudad decidió transformar el predio en un espacio público. En 1904 se trazaron senderos, se colocaron arboledas y se abrió oficialmente el Parque Los Andes, como un lugar de descanso y recreación para los vecinos.

El parque se integró a un barrio en crecimiento, marcado por la llegada de inmigrantes y el desarrollo de la red de tranvías. Las diagonales y senderos curvos que todavía conserva son parte del diseño paisajístico de la época, pensado para invitar a caminar y disfrutar de la sombra de los árboles.

En esa época, el entorno del parque se llenó de viviendas, comercios y cafés que lo convirtieron en un punto de encuentro. Las familias paseaban los domingos, los chicos jugaban a la pelota y no faltaban los fotógrafos ambulantes que ofrecían retratos en blanco y negro.

Un espacio para la comunidad

Con el paso de los años, el Parque Los Andes se consolidó como un pulmón verde en Chacarita. En sus canteros y senderos se mezclan generaciones de vecinos, desde quienes van a hacer gimnasia hasta quienes buscan un rato de tranquilidad bajo los árboles.

También se transformó en un lugar de memoria. La historia de su origen ligado a la fiebre amarilla sigue presente en las charlas barriales, y muchos mayores recuerdan que sus padres y abuelos les contaban historias sobre el antiguo cementerio.

Hoy es habitual ver allí ferias artesanales, encuentros culturales y actividades al aire libre. La feria de artesanos de los domingos es un clásico que atrae a visitantes de otros barrios y que le da al parque un clima festivo y barrial.

“El Parque Los Andes es un testigo vivo de la historia de Chacarita: cambió de rostro, pero nunca dejó de ser un lugar de encuentro”

Transformaciones y mejoras recientes

En las últimas décadas, el parque tuvo distintas etapas de mantenimiento y mejoras. Se incorporaron juegos para chicos, luminarias y áreas deportivas, buscando adaptarlo a las necesidades actuales de los vecinos.

Uno de los cambios más valorados fue la renovación de veredas y senderos, que facilitó el acceso para personas mayores y con movilidad reducida. Además, la plantación de nuevas especies arbóreas ayudó a reforzar su carácter de pulmón verde.

El espacio también se integra con el entorno barrial: la cercanía al Cementerio de la Chacarita, la estación Federico Lacroze y la Avenida Corrientes lo hacen un punto clave de conexión en la zona norte de la Ciudad.

Un símbolo que perdura

Más allá de sus mejoras y cambios, el Parque Los Andes mantiene su esencia. Es un lugar que combina historia, memoria y vida cotidiana, donde conviven el pasado trágico de la epidemia con el presente de un barrio activo y diverso.

Cada banco, cada sendero y cada árbol parecen guardar un pedazo de la historia porteña. Caminar por el parque es recorrer más de un siglo de transformaciones, desde su origen como cementerio provisorio hasta su rol actual como espacio verde imprescindible para Chacarita.

En un Buenos Aires que cambia constantemente, el Parque Los Andes sigue siendo un refugio de tranquilidad, un lugar donde el barrio respira y donde la historia sigue viva bajo la sombra de sus árboles.

Por Pablo L.