Las Redes Comunitarias reúnen a más de 170 organizaciones y buscan potenciar el trabajo conjunto en cada comuna y entre los distintos barrios de la Ciudad.

Una red con pie en la vereda

Cada encuentro suma músculo y confianza: ya son más de 170 las organizaciones que se pusieron la red al hombro y trabajan barrio por barrio para que los apoyos lleguen a tiempo.

El programa nació para ordenar vínculos que ya existían, poner nombre y teléfono a cada recurso y que ninguna familia se quede sola frente a una necesidad concreta.

Hoy las Redes Comunitarias Comunales funcionan en 12 comunas y avanzan con reuniones abiertas, mapeos colaborativos y una agenda que se arma a la par de los vecinos.

El encuentro del 16 de abril en Comuna 1

El 16 de abril se realizó un nuevo encuentro en la Comuna 1 para profundizar la articulación interna y cruzar experiencias entre barrios; la consigna fue simple: escuchar, ordenar y decidir.

Hubo rondas de presentación, mesas por temas (salud, educación, empleo, deporte y cultura) y un cierre con acuerdos claros para el próximo trimestre.

La jornada dejó tareas concretas: armar un banco común de prestaciones y contactos, definir guardianes de agenda y compartir calendarios de actividades accesibles.

“Estamos entrando en una etapa clave: una Red activa piensa soluciones en conjunto y fortalece a cada institución”, señaló Marcela Casabella, responsable del proyecto.

Qué hace distinta a esta Red

No promete lo imposible: detecta lo que ya hay, junta puntas y acelera derivaciones para que el apoyo llegue con nombre, día y horario.

Trabaja con reglas sencillas: información clara, puertas abiertas y compromiso compartido; lo que no se puede hoy, se agenda y se sigue hasta resolver.

Cada comuna tiene su mesa y sus referentes, un chat de guardia y un tablero común para que nadie quede colgado entre trámites y esperas.

Resultados que ya se ven en el día a día

Más turnos resueltos y menos vueltas: cuando la Red conecta salud, escuela y familia, las respuestas llegan más rápido y con menos desgaste.

Clubes, parroquias y centros barriales abrieron horarios accesibles para talleres y deportes; pequeñas modificaciones que hacen una diferencia enorme.

Se multiplicaron las charlas de sensibilización, con materiales en lectura fácil y apoyos visuales para que la información circule sin barreras.

Formación: aprender para acompañar mejor

Las redes sostienen un ciclo de talleres: primeros auxilios emocionales, comunicación accesible y apoyos en la escuela, entre otros temas urgentes.

También se avanza en nociones básicas de Lengua de Señas Argentina y en pautas para eventos tranquilos: menos ruido, más anticipación y señalética clara.

La premisa es sencilla: si mejoran las prácticas cotidianas, el barrio entero se vuelve más amable, sin esperar siempre grandes obras.

Intercambio entre comunas: que circule lo que funciona

Esta segunda etapa busca documentar lo que da resultado y llevarlo a otras comunas; no reinventar la rueda, sino compartirla.

Se arman fichas de experiencia con paso a paso, contactos y costos para replicar ferias de apoyos, bancos de ayudas técnicas y tutorías laborales.

El intercambio no es solo de ideas: también se prestan espacios, materiales y manos, porque a veces el obstáculo es una escalera o un micrófono.

Agenda común y tareas por roles

Para que la Red no dependa de una sola persona, cada mesa define rotaciones y responsabilidades; el trabajo se reparte y el ritmo no se corta.

Hay guardianes de calendario, referentes de urgencias y un equipo de bienvenida para quienes se suman por primera vez y necesitan orientación.

Todo queda asentado en actas breves y públicas, así cualquiera puede seguir el hilo y proponer sin perder contexto.

Historias que explican mejor que cualquier informe

Una mamá consiguió acompañante terapéutico y transporte en menos de una semana porque escuela y centro de salud ya estaban en la misma mesa.

Un club barrial sumó horario silencioso con pictogramas y subieron las inscripciones; el deporte se volvió una puerta abierta de verdad.

Una biblioteca armó rincones de lectura fácil y lecturas en voz alta; ahora hay cola para llevarse libros cada fin de semana.

Cómo sumarse: simple y al grano

Si sos ONG, institución o prestador, escribí a discapacidadba@buenosaires.gob.ar y contá qué hacés, en qué barrio y cómo querés participar.

La Red no pide milagros, pide compromiso y constancia: estar, responder y sostener lo que se promete en cada reunión.

Si solo querés acercarte a escuchar, las reuniones son abiertas y con lenguaje claro, porque lo comunitario se aprende estando.

Próximos pasos: más presencia y más intercambio

Vienen mesas temáticas itinerantes para llevar la conversación a distintos barrios y sumar a quienes no pueden moverse tanto.

Se preparan ferias de recursos con stands accesibles, donde cada organización muestre lo que ofrece y se armen derivaciones en el acto.

Además, se construirán rutas amigables para trámites frecuentes (certificados, turnos, acompañamientos), para bajar el estrés de las familias.

Medir para mejorar, sin perder la simpleza

La Red mira indicadores concretos: cuántos turnos se lograron, cuántas derivaciones se sostuvieron y qué barreras se resolvieron.

Los números importan, pero la vara real es la vida cotidiana: si una persona participa más y se siente acompañada, la Red funciona.

La mejora es continua y cercana: ajustar horarios, sumar apoyos, revisar accesos, cosas chiquitas que hacen grande al barrio.

Cerrar filas para abrir caminos

El espíritu que dejó el encuentro del 16 de abril es claro: menos discursos y más manos; si cada uno aporta su parte, el círculo se hace virtuoso.

Las Redes Comunitarias Comunales no reemplazan a nadie: conectan; hacen que lo que ya existe llegue a tiempo y donde más hace falta.

Es, en el fondo, una apuesta a la vecindad: tejer comunidad con nombres propios, cara a cara y con resultados que se ven en la cuadra.

 

Por Pablo L.