Cómo nació, qué guarda y por qué importa
Los primeros pasos
Hace rato que los que trabajan en el Tornú entendían que había pedacitos de historia que no podían dejarse perder: fotos, objetos, documentos viejos que cuentan quiénes fueron los que lucharon contra la enfermedad. Esa idea floreció en octubre de 2003, cuando el hospital cumplía 99 años, y se armó el “Proto Museo” en la Biblioteca, para empezar a juntar todos esos recuerdos.
Luego, en 2008, se formó una comisión que empezó a ordenar todo ese material: ver cómo conservar lo que se tenía, charlas con gente que entiende de museos, coordinar entre los distintos servicios del hospital para que aporten objetos, fotos, documentos.
Qué hay hoy para ver
Hoy el museo funciona en la Biblioteca del hospital, en el Pabellón Universitario del Tornú, y está lleno de cosas que hablan: fotografías antiguas, objetos personales y testimoniales, material bibliográfico que rescata historias de pacientes, trabajadores y de cómo era la vida en estas paredes.
Uno de los hitos es el Libro de Terapia Climatológica, escrito por Enrique Tornú. Ese libro evoca los tratamientos que se hacían hace muchos años, cuando la luz del sol y el aire fresco eran parte esencial del cuidado.
Lo que se respira al recorrerlo
El edificio fue pensado para eso: galerías para que ingresara el sol, pabellones orientados para aprovechar aire, jardines que rodean, espacios para que el paciente pudiera estar en contacto con la naturaleza mientras sanaba.
El Tornú fue creciendo: en 1912 sumó pabellones para mujeres, lo que elevó su capacidad. Más adelante, en 1925, se inauguró el Pabellón de Maternidad y Lactantes para enfermas con tuberculosis, algo poco común en aquel momento en el país.
Y con el tiempo el hospital cambió su rol también: dejó de ser solo sanatorio para tuberculosis y se convirtió en un hospital general de agudos, con más servicios, guardias, especialidades.
«A principios de siglo pasado los tratamientos de la tuberculosis eran climatológicos, por lo que el diseño del Hospital debe su disposición con las galerías amplias debido a este tipo de terapia también llamada “Heleoterapia”…»
Ese museo no es un lugar de objetos mudos, sino de historias vivas: cada foto, cada silla vieja, cada carta, cuentan algo de los que pasaron por aquí, de las luchas contra enfermedades, del cuidado que se dio cuando había pocas herramientas médicas, pero muchas ganas de ayudar.