Un proyecto que cambia las reglas de juego

En la Ciudad de Buenos Aires se está levantando una obra que, sin exagerar, va a marcar un antes y un después en el sistema transfusional porteño. Se trata del nuevo Centro Regional de Hemoterapia, pensado para que ninguna cirugía, terapia intensiva o tratamiento urgente se quede sin los hemocomponentes que necesita.

Hoy, el abastecimiento de sangre en la red pública se hace entre 22 Bancos de Sangre Intrahospitalarios y algunas colectas externas. Pero la realidad es que apenas se cubre poco más de la mitad de la demanda anual. Esto significa que, aunque haya esfuerzos constantes, el sistema todavía tiene huecos que en momentos críticos pueden costar muy caro.

Por eso, la apuesta de la Ciudad es clara: unificar todo el proceso de donación, procesamiento y distribución en un solo lugar, con equipamiento de última generación, personal especializado y capacidad para cubrir el 100% de las necesidades de la población durante todo el año.

Un edificio pensado para salvar vidas

El nuevo Centro Regional de Hemoterapia no es un edificio más. Va a funcionar las 24 horas, los 365 días del año, listo para responder a emergencias y grandes operativos sanitarios. En su interior habrá laboratorios, áreas de extracción y procesamiento, cámaras de frío para almacenar sangre y hemocomponentes, y hasta espacios para recibir y cuidar a los donantes.

La obra contempla dos plantas, un subsuelo y un entrepiso, diseñados para que todo fluya de manera ordenada. Así, desde que una persona dona hasta que esa unidad de sangre llega a un quirófano, cada paso tendrá un control estricto de calidad y trazabilidad.

Esto no solo agiliza la logística, sino que además asegura que el material transfundido sea seguro y esté disponible sin demoras. En situaciones de emergencia, esa rapidez puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.

“Este centro va a garantizar sangre segura y disponible para todos los vecinos, todos los días del año”

Del modelo fragmentado al centralizado

Hasta ahora, cada hospital hacía lo que podía para garantizar su stock de sangre. Ese sistema fragmentado cubre solo el 53% de las donaciones necesarias, lo que obliga a depender de campañas externas para el resto. Con el nuevo Centro, todo se concentrará en un nodo central, lo que permitirá planificar mejor y reducir pérdidas.

Otra ventaja es que se podrá trabajar con un padrón de donantes voluntarios que será contactado en forma directa cada vez que haya una necesidad específica. Esto significa menos apuro de último momento y más prevención.

Además, el modelo centralizado permite cumplir más fácilmente con todas las normativas sanitarias nacionales e internacionales, algo clave para garantizar que cada unidad que se transfunda esté en perfectas condiciones.

Un cambio que llega para quedarse

La demanda anual de sangre en la Ciudad ronda las 55.000 donaciones efectivas. Con la nueva infraestructura, esa meta no solo será alcanzable sino que también habrá margen para responder a imprevistos como accidentes masivos o catástrofes.

El proyecto no se limita a la construcción. Incluye capacitación para el personal, campañas permanentes de concientización sobre la donación voluntaria y un sistema logístico moderno que garantice la entrega rápida a cualquier hospital de la red.

En un contexto donde la donación voluntaria todavía no es masiva, el nuevo Centro será también un espacio para educar y sensibilizar a la comunidad. Porque donar sangre no es solo un acto solidario: es una necesidad constante para sostener la salud pública.

La Ciudad sabe que invertir en salud es invertir en vida. Y con esta obra, está sentando las bases para un sistema más justo, eficiente y preparado para el futuro.

Por Pablo L.