El barrio que marcó parte de la vida y la obra del escritor
Un vecino más en las calles tranquilas de Agronomía
Muchos no lo saben, pero Julio Cortázar fue vecino de Agronomía. Vivió en este rincón apacible de la Ciudad, un barrio de calles arboladas, casonas bajas y aires de pueblo. Aquí pasó parte de su infancia y juventud, y en esas caminatas entre pasajes, veredas anchas y aromas a eucalipto, empezó a gestarse la mirada sensible que más tarde definiría su literatura.
A principios del siglo XX, Agronomía era un barrio en formación, marcado por la presencia de la Facultad de Agronomía y Veterinaria. Alrededor de sus grandes campos verdes crecían calles tranquilas que servían de refugio a familias trabajadoras, docentes y estudiantes. En ese entorno, Cortázar encontró un mundo que combinaba lo urbano y lo rural, lo cotidiano y lo misterioso, algo que años después se filtraría en sus cuentos.
La casa y el entorno
Su vivienda estaba cerca de la estación de tren y de la actual avenida San Martín. Era una casa modesta pero luminosa, de esas con patio al fondo, gallinas en algún rincón y un limonero que regalaba sombra y aroma. Desde allí, el joven Julio salía a recorrer el barrio, a veces rumbo a la Facultad para perderse entre sus parques, otras hacia las calles de Villa del Parque, Villa Devoto o Chacarita.
Le gustaba observar a los vecinos en sus rutinas diarias. Ese ojo curioso lo llevó a fijarse en detalles que otros pasaban por alto: una persiana mal cerrada, un portón oxidado, un perro que siempre dormía en la misma esquina. Esos elementos mínimos luego aparecieron transformados en la atmósfera de sus relatos.
Inspiración para su obra
Agronomía le dio a Cortázar escenarios y sensaciones que nutrieron su literatura. No es casual que en varios de sus cuentos haya esquinas tranquilas, veredas arboladas o casas con un aire enigmático. Aquí, la calma del barrio podía quebrarse en un instante por un hecho extraño, una sensación que él supo retratar como pocos.
En su obra se percibe esa convivencia entre lo real y lo fantástico que en Agronomía parecía natural. Las calles parecían invitar a imaginar puertas que llevaban a otros mundos, o esquinas donde el tiempo se detenía. Para Cortázar, el barrio fue una escuela de observación y un reservorio de misterio.
El vínculo con la Facultad de Agronomía
Uno de los lugares que más lo marcó fue la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la UBA. Sus extensos terrenos verdes eran el patio de juegos y exploración del joven Julio. Allí encontraba silencio, aromas a pasto recién cortado, senderos por los que caminaba hasta perder la noción del tiempo. Esos paseos solitarios alimentaron su imaginación y su gusto por los espacios abiertos.
La Facultad, con su arquitectura y sus jardines, era para él un refugio. Un lugar donde lo cotidiano podía volverse extraordinario. Tal vez por eso, cada vez que volvió a la Argentina, buscó reencontrarse con esa sensación que el barrio le regalaba.
El legado en la memoria barrial
Hoy, la presencia de Cortázar sigue viva en la memoria de Agronomía. Vecinos y amantes de la literatura recorren sus calles buscando huellas del escritor. Algunos pasajes conservan el mismo encanto de su época, y no cuesta imaginarlo caminando, sombrero en mano, observando el mundo con esa mirada única.
Incluso hay quienes afirman que en ciertos rincones del barrio todavía se respira el espíritu de sus cuentos. Tal vez sea una exageración, o tal vez no. Lo cierto es que Agronomía forma parte inseparable de su historia y su obra.
“En Agronomía aprendí a mirar lo que otros no veían”
Un paseo literario por Agronomía
Recorrer Agronomía pensando en Cortázar es una experiencia que mezcla literatura y ciudad. Desde las calles cercanas a la Facultad hasta los pasajes tranquilos que parecen suspendidos en el tiempo, cada rincón puede evocar una imagen de su universo literario.
Quien se adentre en sus veredas descubrirá un barrio que inspira sin proponérselo, donde la calma invita a imaginar y la historia de uno de los grandes escritores argentinos sigue latiendo.
Tal vez, si caminamos despacio y prestamos atención, podamos encontrar esa chispa que transformó a un vecino de Agronomía en un gigante de la literatura.