La Ciudad suma un centro deportivo con canchas, actividades y servicios para vecinos de todas las edades.
En Chacarita ya se respira otra energía, esa mezcla de movimiento, ruido de obra y esperanza que aparece cuando un proyecto importante empieza a tomar forma. En ese predio que estuvo vacío durante años, donde muchos pasaban rápido porque parecía un espacio olvidado, ahora se levanta el nuevo Polideportivo Rodney. Y lo más fuerte es ver cómo un lugar sin vida se transforma en algo para todos: pasar de un baldío abandonado a un espacio pensado para la vida del barrio.
La obra se levanta entre Santos Dumont y Concepción Arenal, pleno corazón de la Comuna 15, donde desde hace tiempo los vecinos pedían un espacio deportivo que contenga, acompañe y abra puertas. Esa demanda, repetida en reuniones barriales y charlas en la vereda, hoy empieza a materializarse con un proyecto que busca convertirse en el polideportivo número quince de la Ciudad y en una referencia fuerte para la zona. Un proyecto que se soñó mucho antes de que llegaran las máquinas.
El diseño del Rodney incluye un natatorio amplio, una cancha multideporte techada, vestuarios equipados, una enfermería, sanitarios cómodos, depósitos, un SUM grande y espacios administrativos pensados para que todo funcione sin vueltas. Incluso habrá un jardín con control de acceso. Todo aparece organizado para que sea un lugar útil, accesible y con mucha vida diaria. Un polideportivo donde cada metro cuadrado suma algo importante.
Una obra que abre oportunidades reales
En las últimas recorridas, el Jefe de Gobierno Jorge Macri y el ministro de Infraestructura y Movilidad, Pablo Bereciartua, destacaron que el principal objetivo es ofrecer más oportunidades a los vecinos, especialmente a los pibes. Un lugar donde entrenar, jugar, aprender o simplemente estar en un ambiente seguro y cuidado. En esas charlas se repitió una idea clara: el deporte y la tecnología van a ser dos pilares fundamentales para el futuro del barrio.
Este enfoque se complementa con el centro educativo TUMO que se construirá al lado. Dos espacios diferentes pero súper conectados: uno para moverse y despejar la cabeza; el otro para aprender herramientas creativas y tecnológicas. Muchos vecinos sienten que esta combinación marca un rumbo nuevo para la zona. Un barrio que apuesta a sus pibes desde varios frentes al mismo tiempo.
El edificio tendrá planta baja y un primer piso, sumando unos 6.500 metros cuadrados. Una superficie enorme que permite imaginar un lugar lleno de actividad todos los días. Implica una inversión grande, pero también una convicción profunda: el espacio público puede mejorar de verdad la vida cotidiana de miles de personas.
Los trabajos que están en marcha hoy
Hoy la obra avanza con varias tareas simultáneas. Se están levantando columnas y vigas en las medianeras, construyendo la estructura metálica de la cancha multideporte y cerrando las paredes internas de los vestuarios y el natatorio. A esto se le suma el trabajo de revoques y el armado de contrapisos. Cada sector empieza a tomar forma concreta. El Rodney deja de ser un plano y empieza a ser un edificio real.
También avanzan las instalaciones sanitarias, cloacales y pluviales, que son esas partes invisibles pero esenciales para que todo funcione sin problemas. En paralelo, se trabaja en la colocación de la cubierta de la cancha techada, uno de los puntos más visibles del proyecto. Cada avance se nota en la cuadra y marca un cambio gigante respecto a lo que había antes. La obra ya muestra un ritmo que sorprende a muchos vecinos.
Pablo Bereciartua lo sintetizó así: “Infraestructura a toda máquina para mejorar el bienestar y las oportunidades de miles de jóvenes en Chacarita”. Y más allá de la frase formal, caminando por el barrio se siente que no se exagera. Un espacio así no solo suma deporte, también ordena, cuida y transforma.
Un proyecto que abraza al barrio
Los vecinos coinciden en que el Polideportivo Rodney no es solo una obra: es un gesto. Un símbolo de que un terreno olvidado puede volver a tener sentido. Mucha gente recuerda cómo ese espacio se llenaba de maleza y basura. Ver hoy columnas, obreros, estructuras nuevas y máquinas trabajando despierta una mezcla poderosa de alivio y entusiasmo. Poner en valor un espacio así es devolverle vida a una parte del barrio que estaba apagada.
Cuando el Rodney abra sus puertas, será un punto de encuentro para nadar, entrenar, jugar al básquet, al futsal, participar en actividades comunitarias o acompañar propuestas educativas cercanas como el TUMO. Todo junto invita a imaginar un barrio más activo, más cuidado y más unido. Un lugar pensado para quedarse y no solo para pasar.
“Vamos a crear un espacio integrador e inclusivo para la recreación y el deporte de los vecinos, en lo que era un terreno baldío”, dijo Jorge Macri durante una recorrida. Las expectativas están altas y el barrio lo sigue de cerca. Cada columna que sube y cada pared que se termina confirma que el proyecto avanza firme.
La comunidad siente que este sueño, pedido por años, por fin se vuelve realidad
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Y cuando llegue el día de la inauguración, muchos van a mirar atrás y recordar lo que fue ese predio vacío. Ahí se va a notar con fuerza la transformación: pasar de un espacio olvidado a un lugar lleno de vida, movimiento y oportunidades para todos.





