Se refuerzan las recorridas nocturnas, el traslado a centros de inclusión y la entrega de ropa térmica en los barrios

Un operativo que cuida desde la cercanía

Con temperaturas que vuelven a rozar los cero grados, la Ciudad de Buenos Aires activó nuevamente su protocolo de emergencia para asistir a personas en situación de calle. Más de 600 personas forman parte del operativo nocturno que recorre plazas, veredas y estaciones para ofrecer abrigo, comida caliente y la posibilidad de dormir bajo techo.

El plan se refuerza cada vez que ingresa un frente frío como el de estos días. Se suman móviles, se intensifican los recorridos y se priorizan las zonas más expuestas. La consigna es clara: ninguna persona debe pasar la noche a la intemperie si hay una alternativa posible.

Desde el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat explicaron que el objetivo no es solo asistir, sino también ofrecer una salida real del abandono. Por eso, cada contacto incluye escucha, contención y una propuesta concreta de traslado a un centro de inclusión.

Ropa térmica, comida caliente y atención personalizada

Uno de los cambios más valorados por quienes reciben asistencia es que ya no se entregan frazadas, sino kits completos de ropa térmica: pantalón, gorro, guantes y remera. Son prendas diseñadas para conservar el calor corporal en noches gélidas.

Además, las viandas frías fueron reemplazadas por comidas calientes servidas bajo techo en clubes, iglesias o espacios comunitarios. Allí también hay baños, duchas, atención médica básica y acompañamiento psicosocial si la persona lo requiere.

Los centros de inclusión social funcionan como espacios de tránsito, pero también como puertas de entrada a otros programas. En total, hay 47 centros disponibles con más de 4300 plazas, y algunos de ellos están adaptados para familias, mujeres solas o personas mayores.

“El frío puede ser mortal. Lo urgente es que estén resguardados, lo importante es que podamos ofrecerles una nueva oportunidad”, expresaron desde el área social del Gobierno porteño.

Una red que se activa también con el llamado de los vecinos

La línea 108 es el canal más directo para activar la asistencia. Cualquier vecino puede llamar las 24 horas y reportar a una persona durmiendo en la calle. La llamada no es anónima, pero sí confidencial, y permite enviar un equipo en pocos minutos.

Los equipos de calle conocen a muchas de las personas a las que visitan cada noche. Esa continuidad ayuda a generar vínculo, respeto y confianza, claves para que alguien acceda a ser trasladado o reciba ayuda sin sentirse invadido.

En algunos barrios, los vecinos ya se organizan para acompañar el operativo. Colaboran con frazadas limpias, ropa en buen estado o simplemente avisando dónde hay alguien que necesita ayuda. La idea es que nadie sea invisible cuando el frío aprieta.

Durante el resto del invierno, el plan seguirá activo con la misma intensidad. Si las temperaturas bajan más o persisten varios días, se activan refuerzos logísticos y ampliación de cupos. También se mantiene el monitoreo desde el SAME y Defensa Civil.

El frío no espera, la respuesta tampoco

El operativo no es perfecto, pero crece año a año. Se articula con ONG, parroquias, equipos barriales y áreas de salud, porque la problemática es compleja y no se resuelve solo con una manta.

Cada noche, cientos de trabajadores y voluntarios salen a la calle con una misión simple y enorme: ofrecer una mano, un abrigo, una opción. Lo hacen con frío, con lluvia y a veces con rechazo, pero vuelven al día siguiente.

Porque no es una tarea asistencial. Es una política pública que entiende que la calle no es lugar para vivir, y mucho menos para dormir cuando el termómetro marca bajo cero.

Y si bien falta mucho por hacer, cada traslado, cada campera entregada, cada persona que acepta ayuda es un paso más hacia una ciudad más humana. Una ciudad donde nadie se quede afuera, ni siquiera cuando el invierno golpea fuerte.

 

 

Por Pablo L.