Desde agosto, vecinos y turistas pueden volver a subir al emblemático monumento porteño

Una joya escondida en el corazón de Buenos Aires

Luego de años de estar cerrado al público, el mirador del Obelisco volvió a abrir sus puertas. Se trata de una de las experiencias más curiosas y emocionantes que ofrece la Ciudad: ver Buenos Aires desde las alturas, en pleno centro porteño.

El acceso es gratuito, pero con cupo limitado y visitas programadas. La experiencia incluye un recorrido guiado, una subida por escalera interna y la llegada a las pequeñas ventanas que coronan el monumento.

Las visitas se realizan con turno previo, y están destinadas tanto a vecinos como a turistas, escuelas, instituciones culturales y medios barriales. Subir al Obelisco no solo es un privilegio: es también un homenaje a la historia urbana.

“Queremos que cada persona que suba pueda ver la Ciudad con otros ojos, y desde su punto más simbólico”, explicaron desde la Dirección de Patrimonio.

Una experiencia breve, pero inolvidable

El ascenso se realiza a pie, por una escalera caracol de 206 escalones. No hay ascensor. Por eso, se recomienda a quienes suban tener buen estado físico y calzado cómodo. Al llegar arriba, se accede a un pequeño mirador con cuatro ventanitas, una por cada punto cardinal.

Desde allí se puede observar la Avenida 9 de Julio, el Teatro Colón, la Plaza de la República y el ritmo acelerado de la ciudad desde un ángulo completamente distinto. Todo, enmarcado por la historia del Obelisco, inaugurado en 1936.

La experiencia dura en total unos 25 minutos, y los guías explican datos históricos, curiosidades arquitectónicas y anécdotas que hacen de esta visita algo único. Solo se permite subir en grupos reducidos y no está habilitado para menores de 12 años.

Un ícono porteño, más cerca de la gente

La reapertura del mirador forma parte de una política que busca acercar los patrimonios históricos de la Ciudad a los vecinos. Durante años, el acceso estuvo restringido, y solo algunos medios o funcionarios podían conocer el interior del monumento.

Ahora, con inscripción previa y turnos online, cualquier persona puede solicitar su lugar y vivir la experiencia. Es una forma de apropiarse del espacio público con la mirada, desde lo alto.

La reapertura coincide con la celebración de los 88 años del Obelisco, que fue inaugurado el 23 de mayo de 1936 como símbolo del cuarto centenario de la primera fundación de Buenos Aires.

Desde entonces, se transformó en uno de los íconos más reconocibles de la Ciudad, presente en postales, festejos, protestas, recitales, y ahora también, en la memoria de quienes lo recorren por dentro.

Cómo reservar una visita y qué tener en cuenta

Las visitas son gratuitas, pero requieren turno. Los cupos son reducidos y se habilitan a través de la web oficial buenosaires.gob.ar. No se puede acceder sin inscripción previa, ni asistir con menores de edad.

Se recomienda llevar botella de agua, ropa cómoda y evitar subir con bolsos grandes. La escalera es angosta y el ascenso es exigente, aunque breve. Vale la pena el esfuerzo: la vista recompensa.

Al finalizar la visita, se puede aprovechar para recorrer la zona: el Obelisco está rodeado de teatros, cafés notables, plazas y centros culturales. Una postal completa para quienes aman la ciudad desde todos sus ángulos.

Subir al Obelisco no es solo una experiencia turística. Es un pequeño ritual urbano, una forma de mirar lo cotidiano desde otra perspectiva. Y eso, en Buenos Aires, siempre vale doble.

 

 

Por Pablo L.