Una recorrida por sinagogas que reflejan identidad, patrimonio y comunidad en el barrio porteño

Un barrio que se construyó sobre la fe y el rezo

Desde principios del siglo XX, Villa Crespo fue hogar de miles de familias judías que llegaron en oleadas desde Europa del Este. Con ellas vinieron sinagogas, escuelas y asociaciones que marcaron un rumbo cultural y espiritual. Hasta hoy, este barrio conserva cerca de siete templos tradicionales en pocas cuadras, reflejo de una historia colectiva que sigue viva.

Entre los principales edificios está la **Sinagoga Dr. Max Nordau**, fundada en 1912 y ubicada en Murillo 665. Es parte de la comunidad Dor Jadash, de corriente conservadora, que representa la unión entre tradición y modernidad en la vida religiosa. La estructura actual data de 1955. :contentReference[oaicite:2]{index=2}

“Dentro de Villa Crespo tenemos muchas sinagogas de estas distintas corrientes… es la tradición mezclada con la modernidad”

Diversidad de cultos y corrientes reunidas en un solo barrio

También funcionan espacios como el **Templo Camargo (de la colectividad sefaradí)** o el **Beit Jabad** en Serrano, que representa a la corriente ortodoxa moderna. En pocas cuadras, conviven instituciones rituales de distintas tradiciones judías. :contentReference[oaicite:3]{index=3}

La sinagoga Ajiezer del Centro Hebreo Ioná (fundada en 1913) es otro ejemplo de ese cruce: nació como espacio tradicional para quienes hablaban ídish y hoy ofrece propuestas religiosas, educativas y culturales inclusivas. Funciona con música, cursos y ceremonias vivas que integran a todas las generaciones. :contentReference[oaicite:4]{index=4}

Memoria urbana en cada templo

Estas construcciones no son anónimas: muchas tienen arquitectura ecléctica con arcos románicos, cúpulas, vitrales y detalles ornamentales que hablan de su valor patrimonial. El **Templo Libertad**, aunque está fuera del barrio, fue el primero de la ciudad y marca el estilo que luego se replicó en zonas como Villa Crespo. :contentReference[oaicite:5]{index=5}

La congregación Nordau es símbolo de esa historia: sus orígenes están en un tradicional jéder de 1923 y, aunque hoy es conservadora, mantiene vivas las prácticas y la memoria de sus fundadores. Nació de asociaciones de inmigrantes provenientes de Lituania, Rusia y Polonia. :contentReference[oaicite:6]{index=6}

Relación con el barrio y su gente

Los templos de Villa Crespo no son solo lugares de rezo: son centros de encuentro cultural. Allí funcionan escuelas, talleres, eventos de memoria, exposiciones y hasta festivales de música, integrados con vecinos de otras culturas. :contentReference[oaicite:7]{index=7}

En festividades como la Noche de los Templos, muchas de estas sinagogas se abren al público con visitas guiadas, permitiendo descubrir su valor artístico y espiritual. Es una oportunidad para que los vecinos se conozcan mejor. :contentReference[oaicite:8]{index=8}

Hoy, un barrio con alma judía y plural

A pesar de los cambios urbanísticos, Villa Crespo sigue siendo un punto de encuentro para la comunidad judía porteña. Sus templos tienen más de 100 años de historia comunitaria y siguen activos en la vida barrial. :contentReference[oaicite:9]{index=9}

Vecinos y vecinas del barrio destacan el sentido de pertenencia que genera este legado. Hay respeto, curiosidad y convivencia con quienes no practican, pero reconocen la identidad plasmada en cada templo.

La mezcla entre lo religioso, lo patrimonial y lo comunitario es el sello distintivo: Villa Crespo no solo se vive, también se reza y se comparte. Es un rincón porteño donde la diversidad es parte del paisaje cotidiano.

 

 

Por Pablo L.