Bajo las calles porteñas todavía respiran pasadizos secretos, mitos virreinales y vestigios de una ciudad que fue otra
Una trama de túneles, secretos y memorias invisibles a simple vista
Caminamos por Avenida de Mayo o Defensa creyendo conocer la Ciudad, pero debajo de nuestros pies se esconde otro mundo. Una red de túneles coloniales atraviesa las entrañas de Buenos Aires, como huellas ocultas de una época virreinal marcada por contrabando, iglesias, esclavitud y arquitectura subterránea.
Algunos siguen en pie. Otros fueron tapados, destruidos o transformados con el correr del tiempo. Pero todos forman parte del imaginario porteño y despiertan una curiosidad que no envejece: ¿por qué había túneles? ¿Quiénes los usaban? ¿Siguen ahí abajo?
Hoy, muchos de estos pasajes secretos pueden visitarse en espacios como El Zanjón de Granados, el Museo de la Casa Rosada, el Cabildo o el subsuelo de San Ignacio. Otros permanecen cerrados o apenas se dejan entrever en una excavación o reforma.
El Zanjón de Granados, una puerta al pasado profundo
Ubicado en el corazón de San Telmo, el Zanjón de Granados es uno de los sitios arqueológicos urbanos más impactantes de Buenos Aires. En su interior se pueden recorrer túneles, aljibes, desagües y cimientos que datan del siglo XVIII, cuando ese sector era parte del borde sur de la ciudad colonial.
El lugar fue descubierto casi por accidente en los años 80, cuando su dueño intentó remodelar una vieja casona. Lo que encontró fue un entramado de túneles de ladrillo, restos de cerámica, huesos y objetos que contaban otra historia. Desde entonces, el Zanjón se convirtió en un emblema de la arqueología porteña.
Allí se hacían recorridos guiados, se dictaban charlas y hasta se realizaban conciertos. La visita permite caminar por pasajes que hace siglos usaban los vecinos para el drenaje, el transporte de agua y, según dicen, hasta para escapar de algún control virreinal.
“Buenos Aires es una ciudad de capas: lo moderno está arriba, pero abajo late la historia que no siempre se cuenta”, explicó una guía del lugar.
Del Cabildo a San Ignacio: túneles con ecos religiosos y políticos
Otro de los espacios donde aún se conservan túneles es el Cabildo porteño, en Plaza de Mayo. Allí, bajo el edificio histórico, se preservan tramos de lo que fueron antiguos calabozos y pasajes internos de circulación virreinal.
A pocas cuadras, en la Iglesia de San Ignacio de Loyola —la más antigua de la Ciudad— también se encontraron túneles que unían el templo con casas cercanas y otras construcciones religiosas. Algunos creen que eran rutas de escape. Otros, que servían para proteger objetos sagrados o circular sin ser vistos en tiempos de conflicto.
En la Casa Rosada, debajo del Patio de las Palmeras, hay un recorrido subterráneo que forma parte del Museo del Bicentenario. Allí se conservan partes de la antigua Aduana Taylor y de la muralla que bordeaba el Río de la Plata en tiempos coloniales.
Entre el mito y la historia: ¿qué más hay bajo tierra?
Muchos vecinos mayores recuerdan que en las casas antiguas de Monserrat, San Telmo o Balvanera, se hablaba de túneles que comunicaban iglesias con quintas o con el río. Algunos los asociaban al contrabando. Otros, al paso de esclavos. También hubo quienes decían que se usaban para escapar en épocas de peste.
La mayoría de estos relatos se entremezcla con verdades arqueológicas y leyendas familiares. La Ciudad fue creciendo por encima de esas estructuras, muchas veces sin registrarlas, pero no por eso dejaron de existir.
Hoy, los trabajos de arqueología urbana buscan rescatar lo que queda. Pero también hay un valor en lo que no se ve del todo: en saber que Buenos Aires esconde una historia más profunda de lo que creemos.
Los túneles coloniales no son solo vestigios de otra época: son una invitación a mirar la ciudad desde abajo, con otra perspectiva. Porque entre adoquines, cloacas modernas y edificios vidriados, aún late esa otra Buenos Aires de aljibes, silencios y secretos de ladrillo rojo.