El viejo cine de barrio que marcó a generaciones se transformó en un espacio teatral que mantiene encendida la llama cultural de la Comuna 15

Un cine que era punto de encuentro de todo el barrio

En el corazón de Villa Crespo, el cine Taricco fue durante décadas un lugar de reunión obligado para los vecinos. Ubicado sobre Avenida Jorge Newbery al 3563, sus butacas vieron pasar películas que marcaron la infancia, la juventud y la vida de miles de porteños. Con entrada a precios populares y funciones de matiné, era habitual que las familias y grupos de amigos se acercaran los fines de semana para compartir la magia del cine.

En aquellos tiempos, no hacía falta publicidad para llenar la sala: el boca a boca y la costumbre barrial alcanzaban para que todos supieran qué película se proyectaba esa semana. El Taricco no era solo un cine, era un punto de encuentro, un espacio de charla antes y después de cada función, donde los chicos corrían entre las filas y los grandes aprovechaban para ponerse al día con las novedades del barrio.

El paso del tiempo y la reinvención

Con el correr de los años, la irrupción de la televisión, los videoclubes y luego las salas de cine multiplex fueron reduciendo la asistencia. El Taricco resistió lo que pudo, pero finalmente tuvo que apagar su proyector. El cierre dejó un vacío enorme en la vida cultural de Villa Crespo, y muchos creyeron que el histórico edificio correría la misma suerte que otros cines de barrio que fueron demolidos o convertidos en locales comerciales.

Sin embargo, la historia del Taricco estaba lejos de terminar. Un grupo de gestores culturales vio en ese lugar un potencial enorme para seguir albergando arte y comunidad, y así nació el Teatro Gargantúa, que tomó el relevo como nuevo faro cultural del barrio.

“Acá siguen viviéndose historias, pero ahora sobre las tablas”

El nacimiento del Teatro Gargantúa

La transformación del cine en teatro no solo fue un cambio de formato: fue un acto de amor por la cultura barrial. El Gargantúa abrió sus puertas respetando la arquitectura original del edificio, manteniendo esa mística que aún hace que los más grandes lo reconozcan como “el Taricco”.

Hoy, el Gargantúa ofrece una programación variada que incluye teatro independiente, música en vivo, ciclos de cine, talleres y encuentros culturales. El espíritu de encuentro que tenía el Taricco sigue intacto, solo que ahora las butacas apuntan al escenario en lugar de a la pantalla.

Un espacio vivo en el corazón de Villa Crespo

El actual Teatro Gargantúa no solo es un lugar para ver obras: es un espacio de creación y participación comunitaria. Allí se dictan talleres de teatro, canto, danza y otras disciplinas artísticas que convocan a vecinos de todas las edades.

Muchos artistas independientes encuentran en el Gargantúa un lugar para mostrar su trabajo, y los espectadores disfrutan de propuestas que no suelen verse en el circuito comercial. Es una puerta abierta al arte sin filtros, con el valor agregado de la cercanía y el trato cálido que caracteriza a los espacios barriales.

Memoria y presente en un mismo lugar

Caminar por la cuadra y ver encendidas las luces de la marquesina es revivir un pedacito de la historia del barrio. Los más grandes recuerdan las funciones de cine de su niñez, mientras que las nuevas generaciones descubren que, detrás de esas paredes, hay un escenario donde todo puede pasar.

Así, el Gargantúa no solo honra el pasado del Taricco, sino que lo proyecta hacia el futuro, asegurando que ese rincón de Villa Crespo siga siendo un lugar donde el arte y la comunidad se encuentren cara a cara.

Un legado que se mantiene encendido

En tiempos donde muchos espacios culturales luchan por sobrevivir, el Gargantúa es un ejemplo de resiliencia. Su existencia demuestra que, cuando el barrio se apropia de un lugar, ese lugar se mantiene vivo. El Taricco ya no proyecta películas, pero sigue proyectando cultura, sueños y encuentros.

Quizás por eso, cada función en el Gargantúa es más que un espectáculo: es un acto de memoria y de futuro. Y para quienes alguna vez se sentaron en las butacas del Taricco, volver a entrar en ese edificio es reencontrarse con una parte querida de su propia historia.

En definitiva, del cine Taricco al Teatro Gargantúa hay un hilo invisible que une generaciones. Un hilo hecho de arte, barrio y comunidad, que se resiste a cortarse y que sigue sumando capítulos a una historia que empezó hace muchas décadas.

 

Por Pablo L.