Un refugio cultural y político que hace más de 20 años construye comunidad desde la diversidad en la Comuna 15
De las fiestas queer a la casita de colores
En Luis María Drago 236, pleno Villa Crespo, late un lugar único: Casa Brandon es un centro cultural que nació del activismo queer y que con los años se volvió un emblema barrial. Su fachada pintada mitad rosa chicle, mitad amarilla, ya es parte del paisaje afectivo de la Comuna 15. Adentro, conviven talleres, recitales, charlas y abrazos colectivos que desafían la norma y construyen comunidad.
La historia arranca en el 2000 con el mítico Brandon Gay-Day, fiestas itinerantes que buscaban abrir un espacio diferente a la lógica heteronormada de la época. El impulso de activistas como Lisa Kerner, Jorgelina De Simone y Violeta Uman hizo posible que, en 2005, se abriera la casita propia con personería jurídica y espíritu autogestivo.
Un nombre cargado de memoria
El nombre Brandon no fue elegido al azar. Es un homenaje a Brandon Teena, joven trans víctima de un crimen de odio en Estados Unidos. La decisión fue política: poner en el centro la memoria y la lucha trans, como símbolo de un espacio que siempre buscó romper con la indiferencia social.
Desde entonces, Casa Brandon se volvió un refugio cultural y político, con propuestas que cruzan arte, activismo y comunidad. Lo que allí sucede no es solo entretenimiento: es resistencia, memoria y construcción colectiva.
El artivismo como bandera
En Brandon el arte es acción política. El artivismo atraviesa música, teatro, poesía, muestras visuales y festivales. Cada propuesta es una forma de reivindicar derechos, de visibilizar diversidades y de plantarse contra la discriminación. Así nació en 2018 el Festival Internacional de Arte Queer (FAQ), que cada año convoca artistas de distintos países y consolida a Villa Crespo como punto neurálgico de la cultura queer.
La editorial Brandon, el fanzine “Todxs Juntxs”, Brandon TV y su biblioteca comunitaria completan una red de proyectos autogestivos que reinvierten en la propia casa, sosteniendo su independencia y multiplicando su alcance cultural.
“Brandon es un refugio, una casa de amigues, una casa propia”, repiten quienes lo integran como declaración de identidad y resistencia.
Reconocimientos y nuevas formas de organización
En 2011, la Legislatura porteña declaró al espacio de Interés Cultural, Social y para la Defensa de los Derechos Humanos. Y en 2022, tras 17 años de autogestión, se constituyó como cooperativa cultural, consolidando un modelo organizativo colectivo e independiente que reafirma la vocación comunitaria.
La pandemia puso a prueba esa red. Brandon respondió con propuestas virtuales y la “Caja Brandon”, un sistema de crowdfunding que permitió sostener el espacio. Lejos de apagarse, reforzó los vínculos con su comunidad fiel.
Un faro en la Comuna 15
Casa Brandon forma parte de una trama de espacios independientes junto a Club Cultural Matienzo, Vuela el Pez o Qi, que sostienen el circuito alternativo de Villa Crespo. Todos ellos generan cultura desde la autogestión y la identidad barrial, complementando la oferta cultural de la Ciudad con propuestas frescas y comprometidas.
Más que un lugar físico, Brandon es un símbolo de resistencia cultural. Un espacio que articula identidad, memoria y cuidado colectivo, donde la diversidad no se tolera: se celebra. En sus paredes, en su escenario y en su bar late una historia que ya forma parte del patrimonio intangible porteño.
Legado y futuro
Hoy, a más de veinte años de aquel primer Brandon Gay-Day, la casita de Drago 236 sigue encendida. Es un punto de encuentro para artistas, militantes, vecinos y turistas que buscan un lugar distinto en Buenos Aires. Su legado está en haber demostrado que el arte, cuando se vive en comunidad, puede transformar la realidad y abrir caminos para nuevas generaciones.
En Villa Crespo, la historia de Casa Brandon enseña que la cultura se construye también desde abajo, con solidaridad, autogestión y deseo de cambiar el mundo. Y eso es lo que la convierte en un faro barrial, político y creativo.