La Facultad llevó su oferta educativa a Villa Lugano y al Barrio Padre Carlos Mugica para acercar la universidad pública a vecinos que muchas veces quedan lejos de estas oportunidades.
Una universidad que sale del aula y pisa el barrio
Durante noviembre, la Facultad de Agronomía de la UBA salió a la cancha y estuvo presente en dos ferias educativas que se hicieron en el sur porteño y en el Barrio Padre Carlos Mugica. El objetivo fue simple y directo: acercar la universidad a pibes y pibas que capaz ni sabían que podían seguir estudiando después de terminar la escuela.
La primera parada fue en la feria “¿Para qué seguir estudiando?”, un encuentro armado por la UBA donde se juntaron estudiantes del colegio Ramón Cereijo de Escobar y de la Escuela Técnica de Villa Lugano. Ahí circuló info sobre orientación vocacional, becas y todas las carreras que tiene la universidad, incluyendo UBA XXI, que muchos usan como primer paso para animarse a arrancar el CBC.
Esta iniciativa forma parte del programa de Tutorías “Universitarios por más Universitarios”, que viene creciendo fuerte: 7 de cada 10 becarios siguieron en el CBC durante 2024, un número que muestra que cuando hay acompañamiento, la continuidad educativa se vuelve más real.
En ese encuentro la FAUBA llevó un stand propio donde Djasmine Deluca, Aldana Perlo y Alejandro Compagno armaron una mesa didáctica llena de materiales, frascos, proyectos y ejemplos prácticos de lo que se trabaja en materias como Acuicultura o Fruticultura. Además, estuvieron charlando con los chicos sobre las distintas carreras de la Facultad y cómo es el día a día cuando arrancás la vida universitaria.
El subsecretario de Asuntos Estudiantiles, Alejandro López, remarcó lo importante que fue la jornada porque permitió romper la distancia que a veces hay entre la escuela y la universidad, sobre todo en zonas donde históricamente los pibes tienen menos acceso a estas oportunidades.
“Fue una oportunidad enorme para acercar la universidad a jóvenes de una zona históricamente postergada”, destacó López.
El barrio Mugica abrió sus puertas y la FAUBA dijo presente
La segunda feria se hizo en el Barrio Padre Carlos Mugica, donde más de 200 vecinos pudieron recorrer distintas propuestas educativas. La actividad estuvo organizada por el área de Abordaje Territorial de la Ciudad, y la movida fue muy concurrida porque mezcla universidades, espacios comunitarios y organizaciones sociales.
La FAUBA estuvo ahí con su equipo, presentando carreras, tecnicaturas y diplomaturas pensadas para quienes quieren estudiar pero también necesitan opciones que se adapten a sus tiempos y su vida cotidiana. Muchos se interesaron especialmente por la Tecnicatura en Turismo Rural, que suele atraer a personas que ya trabajan en el área o quieren sumar nuevas herramientas laborales.
Quien encabezó la presencia de la Tecnicatura fue la directora, Sandra Fernández, que destacó que el barrio mostró una curiosidad enorme por propuestas cortas, prácticas y con salida laboral. Según contó, las consultas no paraban y había tanto jóvenes como adultos pensando en volver a estudiar.
“La idea es derribar barreras de acceso y construir un camino real hacia la universidad”, dijo Fernández.
Esta feria también sirvió para abrir un puente más directo entre la vida diaria del barrio y el mundo académico. Muchos vecinos contaron que nunca se habían acercado a una universidad por miedo, por falta de información o porque pensaban que no era para ellos. Tener a la FAUBA ahí, frente a frente, sirvió para dejar en claro que la educación pública también es un derecho en los barrios populares.
Estos encuentros mostraron que cuando la universidad baja al territorio, cambian las miradas: los chicos preguntan, se animan, se imaginan estudiando algo que les guste, y las familias también empiezan a ver nuevas oportunidades para sus hijos. Ese es el motor de estas actividades: sembrar curiosidad, abrir puertas, derribar prejuicios y mostrar que estudiar es posible, incluso cuando la vida viene cuesta arriba.
La participación de la FAUBA en ambos espacios deja un mensaje claro: la educación cobra otro valor cuando se construye caminando los pasillos de los barrios. No alcanza con esperar a que la gente llegue a la universidad; también hay que ir a buscarla, escucharla y entender sus necesidades.
Por eso, estas ferias no fueron solo puestos con folletos. Fueron charlas reales, con preguntas sinceras, miedos, ganas, expectativas. Y fueron, sobre todo, un recordatorio de que la universidad pública tiene sentido cuando se planta del lado de quienes más la necesitan.
Si algo quedó claro en estas jornadas es que la universidad no es un edificio: es una comunidad que se mueve, que acompaña y que empuja. Y cuando esa comunidad llega a Lugano o al Mugica, las oportunidades se vuelven más cercanas para quienes siempre la tuvieron más difícil.
Así, la FAUBA cerró noviembre sosteniendo su compromiso con el acceso a la educación superior y la inclusión, mostrando que cuando la universidad toca la puerta del barrio, las historias pueden cambiar de rumbo.
Y mientras los vecinos recorrían los stands, preguntaban, conversaban y se imaginaban estudiando algo nuevo, quedó flotando una idea que resume el espíritu de todo esto: estudiar transforma, y todos deberían tener la oportunidad de hacerlo.
Ese es el camino que la FAUBA busca sostener: seguir llegando, seguir abriendo puertas y seguir haciendo del estudio un derecho para todos, sin importar el barrio donde nazcan o crezcan.
Al final del día, lo que estas dos ferias dejaron fue una certeza compartida: cuando la universidad está cerca, la vida se llena de posibilidades. Y eso, en barrios donde todo cuesta un poco más, vale muchísimo.





