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Los secretos del ADN, la técnica de investigación criminal que impulsa el Gobierno

Ocurrió en las afueras del condado inglés de Leicester, en los ’80. Dos adolescentes fueron asesinadas con tres años de diferencia y los casos pudieron ser esclarecidos por ADN: no sólo permitió exonerar al principal sospechoso sino atrapar al asesino. Fue luego de que las autoridades decidieran hacer una toma compulsiva de material genético a unos 5 mil hombres de la zona. El test dio negativo pero más tarde se descubrió que el homicida le había pagado a otra persona para que le donara su muestra. A Colin Pitchfork (57) le dieron perpetua en 1988 y fue el primer condenado con la huella genética como prueba.

En 1995, Inglaterra creó su banco de datos genéticos que hasta 2016 contabilizaba casi seis millones de muestras, una de las más grandes del mundo y también de las más controvertidas: se le toma el ADN hasta de los detenidos por mendigar, como para dar un ejemplo de sus laxos límites.

En la Argentina, en cambio, el tema del banco genético para todos los delincuentes intenta nacer en este 2019. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quiere que el “ADN sea lo que hoy es la huella digital”. Para eso, el Gobierno busca ampliar el Registro Nacional de Violadores para todos los imputados y condenados por delitos dolosos.

El proyecto está en la Secretaría de Legal y Técnica de la presidencia de la Nación y espera la firma de Mauricio Macri. La idea es que ingrese al Congreso lo antes posible. “Es una herramienta que sirve tanto para incriminar como para desvincular a un sospechoso”, explicó Gabriel Huespe, director nacional de Elaboración Legislativa del Ministerio de Seguridad de la Nación.

¿Cómo funciona? Se toma el material genético del imputado o condenado y se almacena bajo un código en un banco de datos. Esa muestra se contrastará con la levantada en una escena del crimen. “El cruce determinará si existe un match. De ser así, se repetirá la toma de ADN y la comparación. En caso de que sea positivo nuevamente, ahí se le informará a la Justicia”, detalló Fernando Soto, nexo del Ministerio de Seguridad con el FBI estadounidense para la implementación del sistema.

La base para poder armar el Registro Nacional de Datos Genéticos se sentó en 2016: el Gobierno firmó un convenio para utilizar el Codis, el software del FBI que sistematiza y compara el ADN. Hoy es utilizado por la Policía Federal, Gendarmería, el Registro Nacional de Violadores y las provincias de Córdoba y Mendoza. Planean ampliarlo.

“Se trata de un banco de datos mundial y por eso la segunda etapa será la firma de convenios con otros países. Por caso, Francia y Alemania tienen su propio software pero se pasaron a Codis en el marco de la Unión Europea para los casos de pedofilia y terrorismo”, señaló Soto, y graficó: “Un convenio con Uruguay podría ayudar en el caso Lola Chomnalez, si planteamos la hipótesis de que el asesino pudo ser un argentino que hubiera estado allí. El intercambio con los países limítrofes es muy importante”.

La llegada de Codis fue en el marco de una polémica. Para cuando se selló el pacto con el FBI, en el país cumplía cuatro meses GENis, el software nacional cuya creación fue impulsada por la Fundación Sadosky en 2014, cuando Ciencia y Tecnología aún era un Ministerio. Se usa en Entre Ríos, Santiago del Estero, Salta y Tucumán.

«Son 18 provincias las que firmaron para adoptarlo. De este total, 16 lo tienen instalado en sus laboratorios, 11 han capacitado a su personal técnico y cuatro han puesto en marcha sus bancos de datos genéticos. El resto lo hará cuando concluya su reglamentación operativa», dijo Gustavo Sibilla, coordinador del proyecto GENis en la Fundación Sadosky.

Tanto Sibilla como Soto aclararon que GENis y Codis pueden convivir. Lo que no pueden es compartir la información de las bases de datos. Un genetista que prefirió no involucrarse en la polémica describió al software nacional: «Es como si quisieras hacer un iPhone criollo». Y consideró que «la comparación de ADN es la herramienta más poderosa de la criminalística».

También habló de las dos excepciones a la regla: el caso de los gemelos y de los que recibieron un trasplante de médula ósea. «En el primer punto, las pruebas estándar de ADN no permiten diferenciarlos, sí estudios más específicos. En el segundo, la sangre es una quimera. El mejor lugar para extraer el material genético es la raíz del cabello».

Ahora, ¿cuán arraigada está la idea de que el ADN es infalible? La pregunta la contestó Luis Fondebrider, director ejecutivo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), en un curso de Ciencias Forenses que se dictó en diciembre: «Esa idea está totalmente arraigada. Pero hay muchas cosas que no están relacionadas con la genética en sí como disciplina sino con el error humano: a veces no hay controles suficientes de cómo se recoge una evidencia, o no se tiene en cuenta que si estoy resfriado no puedo ir a una escena porque la contamino, o que no tengo el mismo nivel de concentración a las 9 que a las 17. Y como la mayoría de los procesos son mecánicos, es muchas veces corte y pega, se empiezan a cometer errores. Si no tengo un control de calidad, el informe sale y el juez no sabe si estaba cansado o no cuando lo hice», explicó.

En ese sentido, los protocolos son clave. «En Argentina tenemos muy pocos. El Ministerio de Justicia publicó uno en 2017 y otro más de levantamiento de evidencia que son bastante básicos. Ahora, tengo el mejor protocolo pero si no sé cómo lo implemento, no me sirve. Pero esa tarea la tiene que hacer una persona de afuera, que esté observando y evaluando qué está bien, qué no, si hace falta rigurosidad o capacitación», subrayó Fondebrider.

Por eso, para el director ejecutivo del EAAF «el primer paso es llegar a acuerdos para trabajar en forma única«. Y para ello destacó que hay un problema extra en Argentina: «Lo que puede ser válido a nivel federal, a nivel provincial es otra cosa. Si tenés 24 provincias y no hay acuerdos es muy difícil».

Fondebrider puso como ejemplo la convivencia del Codis y GENis: «Unas provincias usan el del FBI, otras el criollo; y tampoco es el problema de fondo cuando se decide crear un banco de datos genético, sino que hay cuestiones éticas y legales sobre el resguardo de información, quién tiene acceso. La posición del Estado me pareció correcta, es un software importante que se usa en el mundo, del otro lado hablan de soberanía, que nos van a sacar datos los americanos».

Por último, el director ejecutivo de EAAF abordó el tema crucial de la ética: «La privacidad no es algo menor. Tiene que haber bancos de este tipo, sí, pero con controles importantes de un comité multidisciplinario. Esa es la discusión más importante».

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