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Servicio Cívico Voluntario: en el primer día de inscripción, muchos creyeron que era para iniciar una carrera militar

La expectativa era alta. El número «de los online» había sorprendido al Ministerio de Seguridad de la Nación. 16.000 adolescentes de entre 16 y 20 años se postularon vía web para formar parte del Servicio Cívico Voluntario en Valores, que busca ser una alternativa para quienes no estudian ni trabajan. Hoy, ese numero continuó creciendo al abrirse la inscripción presencial.

Pero las expectativas de quienes se acercaron con su DNI no alcanzaron la misma altura. Querían ser gendarmes y se encontraron con que la idea es que hagan talleres en Gendarmería Nacional.

«Confundidos», o «sin entender bien de qué iba la cosa», como dijeron desde el Comando de Región I, de Campo de Mayo -una de las sedes de inscripción-, madrugaron y se pusieron su mejor ropa para lo que creían era una forma más fácil de acceder a una carrera militar. Algo que la ministra de Seguridad Patricia Bullrich se ocupó de separar en cada conferencia de prensa.

El proyecto cuenta con 1.200 vacantes y comienza con una prueba piloto en septiembre. El primer paso servirá para detectar ventajas y debilidades del sistema que luego incorporará a 20.000 jóvenes, en un principio, y alcanzará los 100.000 en el segundo semestre de 2020.

La desilusión en las caras de los postulantes era instantánea. «No, esto no es para entrar al Ejército». «No, esto no es una escuela de militares». «No, no es como un curso de ingreso a las fuerzas». La preguntas eran bien distintas. La respuesta, idéntica. No. Hasta las 11, esta sensación invadió a la mayoría.

«La verdad es que quiero ser militar y quería saber cómo era la experiencia. Me quiero dedicar a la Gendarmería», dice  Agustín Silva (20), que hace dos meses llegó a Buenos Aires desde Chaco. Él ya terminó el secundario y fue hasta Campo de Mayo con su prima Gisella Benítez, de 19, quien lo aloja en su casa de Tigre. Ella también, dice, llegó «confundida». «Cuando termine el secundario me gustaría trabajar acá en Gendarmería. Vine porque me dijo mi tío militar. Fuimos hasta Retiro a averiguar y después vinimos para acá. Ahora que me dieron la charla entendí bien de qué iba la cosa», cuenta.
Gisella Benítez en el primer día de Inscripción para el Servicio Cívico Voluntario en Campo de Mayo. Foto: Emmanuel Fernández
Esa charla, en realidad, es una breve explicación de no más de 5 minutos a cargo  de dos gendarmes mujeres. Preguntan datos de contacto, edad, domicilio y «¿trabajás o estudiás?». La última consulta es clave: «¿Por qué te gustaría entrar al Servicio Cívico Voluntario?”
«No es lo que esperaba. Me parecía una manera de iniciar una carrera militar. Mi viejo fue militar y me gustaría», les contestó Juan Salazar, de 17 años. Es de Lomas de Zamora y llegó con su mamá. «Siento algo de desilusión. Ninguno de mis amigos vinieron. Yo creía que era como un ingreso. Igual veremos si me llaman», le confiesa a Agronomiaweb minutos después. 

Otros, como había pasado en la web -donde sólo 8 mil finalizaron el formulario al tener los datos completos– se quedaron a mitad de camino.

El Servicio Cívico Voluntario en Valores es un programa concebido por el ministerio de Seguridad para jóvenes de 16 a 20 años que no pueden estudiar y tampoco trabajan. Durante 12 semanas se dictarán talleres de distintas disciplinas y la cursada no será remunerada. Hay tiempo de inscribirse hasta el 25 de agosto. 

«La mayoría viene pensando que es para entrar a alguna de las fuerzas. Creo que habría que agregar tips de cómo es el proyecto, para que no se confundan. Igual hay muchos que se van contentos», sugiere una de las gendarmes desde su escritorio. «Sí, estamos creando un logo para este proyecto. Para que se individualice bien qué es», responde uno de sus superiores.

Matías Serrizuela en el primer día de Inscripción para el Servicio Cívico Voluntario en Campo de Mayo. Foto: Emmanuel Fernández

Matías Serrizuela es de Ciudadela, tiene 20 años y se acercó a Campo de Mayo con traje y zapatos de vestir. No terminó el secundario y hace «changas». Tardó mucho en responder cada pregunta. Estaba nervioso. Creía que era una entrevista de trabajo.

«Quiero ser piloto. Como es una carrera muy cara, no me puedo pagar las horas y pensé que entrar al Ejército así me podía acercar a la Fuerza Aérea. Nada que ver con lo que me dijeron. Pero bueno…», dice a Agronomiaweb.

En Bariloche, para las 11 de la mañana se habían presentado 250 postulantes. Allí también hubo chicos que llegaron creyendo que iban a conseguir trabajo en el área militar.

«Los que piensen eso se van a dar cuenta de que no. Pero ya saben que los vimos, que llegaron equivocados pero que queremos ayudarlos. Está bueno igual. Lo que hemos logrado con este proyecto es que aquel sector que hemos dejado por distintas razones con un bache entre la construcción de la sociedad y ellos, empecemos a tenderles un puente. Después se van a ir acomodando. No podíamos seguir mirando para otro lado mientras está pasando lo que está pasando», afirma Barberis.

 

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