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El edificio Del Molino permanecerá abierto con visitas guiadas y café de cortesía incluido

La «Experiencia Molino» podrá realizarse hasta finde año, previa reserva para presenciar los avances de su puesta en valor. Mensualmente, unas 1.500 personas tendrán oportunidad de recorrerlo.

Por primera vez desde que empezó su proceso de restauración en 2018, el Edificio
Del Molino ofrece a partir de este martes y hasta fin de año visitas guiadas
semanales para mostrar los avances de su puesta en valor -terminada en un 80%-
que concluyen con un café de cortesía en la mítica confitería conocida como «tercera
Cámara» por su proximidad al Congreso de la Nación.
«Ya no tendremos aperturas circunstanciales, sino que de aquí en más -y por lo menos
hasta fin de año- va a estar siempre abierto con esta modalidad de visitas con
inscripción previa», dijo Ricardo Angelucci, el secretario administrativo de la
Comisión Bicameral Administradora que en 2018 tomó a cargo las tareas de puesta
en valor este Monumento Histórico Nacional que el próximo domingo cumplirá 107
años.

En el marco de este nuevo esquema de apertura al público, denominado
«Experiencia Molino», el inmueble de Avenida Rivadavia y Callao podrá visitarse
todos los martes y jueves a las 10 y a las 14, así como también el último sábado de
cada mes a las 10 y a las 13, previa reserva a través de la web oficial www.delmolino.gob.ar. Mensualmente, unas 1.500 personas tendrán oportunidad de recorrerlo.

«La intención es mostrar que este proceso avanza y está tratando de llegar a su fin,
contrariamente a lo que indicaba el prejuicio según el cual, si la política se hacía cargo
del edificio, no iba a pasar nada», dijo Angelucci durante una visita especial para
periodistas de la que participó Télam.

El nuevo cronograma estable de visitas responde al creciente interés manifestado por
el público cada vez que el edificio abrió sus puertas, y que se reeditó nuevamente la
semana pasada cuando 40 minutos bastaron para que se cubrieran todos los cupos
de visitas del mes de julio.
Las inscripciones se reabrirán hacia finales de cada mes para una nueva tanda de
estas visitas que permiten recorridos más personalizados junto a guías que forman
parte del equipo de restauración, quienes están dispuestos a responder preguntas.
Además de los salones y la confitería, los visitantes pueden conocer ahora el
subsuelo -donde se producían las tortas, dulces, masas y panes- y la azotea con vista
a la propia cúpula y la del edificio del Congreso.

Por otra parte, en cada nivel están en exposición objetos históricos que fueron
encontrados por los arqueólogos urbanos o donados por la comunidad -como las
máquinas amasadoras del primer subsuelo o la colección de delantales donados por
una exempleada de la planta baja- así como fotos colocadas en el preciso lugar
donde fueron tomadas cinco años atrás para admirar el antes y después.
Todo concluye con la posibilidad de saborear un café como lo hicieron decenas de
miles de parroquianos durante los 81 años de funcionamiento de la confitería, hasta
1997.
«Sentarse a tomar un café es un lujo que nos permiten algunas empresas privadas
que han querido colaborar, que son las que de forma gratuita ofrecen el servicio de
cafetería», dijo Angelucci.

En cuanto a la esperada reapertura de la Confitería Del Molino, que funcionó hasta
1997 en la planta baja, primer piso y tres subsuelos del edificio, Angelucci explicó
que si bien «en los próximos meses estaríamos en condiciones de poder reabrirla,
porque la puesta en valor está prácticamente 100% terminada», resta aún «resolver el
tema de la concesión» a una empresa privada capaz de explotar una confitería de
las características de la original.
«Nosotros, como comisión administradora, teníamos la obligación de poner el edificio
en condiciones de ser concesionado, luego la explotación correrá por cuenta de una
empresa privada y el proceso (para otorgarla) nos excede, pero creemos que muy
pronto se resolverá», agregó.

Por otra parte, en cada nivel están en exposición objetos históricos que fueron encontrados por los arqueólogos urbanos o donados por la comunidad -como las máquinas amasadoras del primer subsuelo o la colección de delantales donados por una exempleada de la planta baja- así como fotos colocadas en el preciso lugar donde fueron tomadas cinco años atrás para admirar el antes y después.

Todo concluye con la posibilidad de saborear un café como lo hicieron decenas de miles de parroquianos durante los 81 años de funcionamiento de la confitería, hasta 1997.

«Sentarse a tomar un café es un lujo que nos permiten algunas empresas privadas que han querido colaborar, que son las que de forma gratuita ofrecen el servicio de cafetería», dijo Angelucci.

En cuanto a la esperada reapertura de la Confitería Del Molino, que funcionó hasta
1997 en la planta baja, primer piso y tres subsuelos del edificio, Angelucci explicó
que si bien «en los próximos meses estaríamos en condiciones de poder reabrirla,
porque la puesta en valor está prácticamente 100% terminada», resta aún «resolver el
tema de la concesión» a una empresa privada capaz de explotar una confitería de
las características de la original.
«Nosotros, como comisión administradora, teníamos la obligación de poner el edificio
en condiciones de ser concesionado, luego la explotación correrá por cuenta de una
empresa privada y el proceso (para otorgarla) nos excede, pero creemos que muy
pronto se resolverá», agregó.

Por otro lado, la expectativa es que, hacia fin de año, se produzca la inauguración del Centro Cultural y el Museo de Sitio que se construyen en diferentes pisos, dos espacios que serán incorporados al recorrido guiado.

El Museo permitirá «poner a consideración o a la vista de la sociedad todos los objetos
encontrados en el edificio», que han sido previamente identificados, clasificados,
registrados, acondicionados e investigados por el taller de arqueología de la Comisión
que recuperó toda clase de implementos «desde recetas hasta sifones, pasando por
moldes y envases de tortas o budines».

Por otra parte, desde la comisión se invita a la población a continuar participando
activamente de este proceso acercando fotos u objetos.
«Hay que recordar que fue un edificio privado que no tenía la obligación de contar su
propia historia, ni de escribirla o documentarla, por eso el otro gran trabajo que
estamos haciendo es recuperar la memoria a través de lo que nos cuenta la gente y
de los elementos históricos que nos van acercando», dijo Guillermo Rubén García,
asesor de Patrimonio Cultural de la Comisión.
En ese sentido, aún falta reunir la información para reconstruir piezas como «las 14
esculturas que le faltan al frente y que en teoría representaban las provincias
argentinas que existían» cuando la inauguración, pero que en algún momento fueron
retiradas «por riesgo de caída», con final incierto.
«Hasta no tener información fidedigna ni fotos de detalles, nos sabremos qué
atributos tenían y no las podremos reconstruir», agregó García.
Angelucci recordó que cuando recibió las llaves, el estado era deplorable y cuatro de
sus 12 departamentos estaban intrusados por exinquilinos a los que habían dejado de
cobrarle el alquiler por el estado de abandono en que se encontraban las viviendas,
con humedad, goteras y constantes cortes de agua y luz.

Tras cinco años en obra, hoy el edificio Del Molino luce como en su etapa inaugural: con su cúpula de ocho vitrales, sus esculturas de leones alados, su remate aguja, su marquesina, su azotea de mirador privilegiado donde se instalará un «roof top bar» (bar de altura), sus ornamentos en mosaiquismo, molduras y aspas, un conjunto que muestra su mejor versión por las noches, cuando el vidrio se ilumina y las paletas comienzan a girar.
Inaugurado en 1916 bajo la dirección del afamado arquitecto italiano Francisco Gianotti (1881-1967), el edificio Del Molino -con sus 7.500 metros cuadrados distribuidos en cinco pisos y tres subsuelos- fue expropiado en 2014 y transferido al Congreso de la Nación en virtud de una ley votada por este mismo cuerpo legislativo, en cuyo interior se creó la Comisión Bicameral Administradora del Edificio encargada de su restauración.
La Ley 27.009 dispuso que «el subsuelo y planta baja deberán ser concesionados como confitería, restaurante, pastelería o cualquier uso afín», mientras que el resto del inmueble albergará «un museo dedicado a la historia de la confitería» y «un centro cultural a denominarse ‘De las Aspas’ dedicado a difundir y exhibir la obra de artistas jóvenes».

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