Durante las vacaciones de invierno, el MAP José Hernández se llenó de arte popular, juegos y comunidad

El arte popular se vivió en familia

Durante todo julio, el Museo de Arte Popular José Hernández se transformó en un punto de encuentro para chicos, familias y vecinos. La propuesta combinó actividades gratuitas para disfrutar, crear y jugar, con un fuerte anclaje en el arte tradicional y la participación comunitaria.

Ubicado en Av. del Libertador 2373, el museo abrió sus puertas de martes a domingos con una agenda repleta de oficios tradicionales, juegos al aire libre, cuentos, música en vivo y talleres participativos pensados para todas las edades.

Entre los espacios más elegidos se destacaron los talleres de tejido, cerámica, encuadernación artesanal y reciclado creativo. Las familias se acercaron a probar materiales, aprender técnicas y compartir una tarde distinta en un entorno tranquilo y verde.

Queremos que las familias se acerquen al museo y lo sientan como un espacio propio”, contaron desde el equipo educativo del MAP, al explicar el enfoque cálido y accesible de la propuesta.

Una agenda para disfrutar con todos los sentidos

Además de los talleres, el museo ofreció recorridos guiados especialmente pensados para chicos y sus familias. Los patios, galerías y jardines se llenaron de relatos, juegos de observación y sorpresas escondidas entre las obras.

También hubo teatro de sombras, narración oral, cuentos con títeres y conciertos acústicos. Los espectáculos se realizaron en distintos rincones del predio, generando una atmósfera lúdica y cercana donde cada quien encontraba su lugar.

Cada actividad tuvo cupo limitado, pero la rotación permanente permitió que todos pudieran participar. Los días de sol, el parque fue escenario de picnics improvisados, rondas de música criolla y juegos colectivos al aire libre.

Muchos visitantes llegaron por primera vez, atraídos por la programación de invierno. Otros, ya conocidos del museo, se sorprendieron con las nuevas propuestas diseñadas especialmente para las vacaciones.

“Queremos que las familias se acerquen al museo y lo sientan como un espacio propio”, señalaron desde el equipo del MAP.

Vacaciones barriales con arte popular

En varios casos, los talleres se repitieron por la alta demanda y el entusiasmo de los participantes. El equipo organizador priorizó la calidez y la atención personalizada, generando un ambiente amigable y respetuoso con todos los públicos.

El objetivo fue claro: acercar el arte popular a la vida cotidiana de las familias. Mostrar que las técnicas tradicionales no son reliquias del pasado, sino saberes vivos que se pueden aprender, disfrutar y compartir.

La entrada fue siempre libre y gratuita, con materiales incluidos en cada actividad. Una invitación directa a descubrir el museo desde lo lúdico, a través de la participación activa y el juego como herramienta de encuentro.

La experiencia dejó de todo: risas, dibujos, tejidos colectivos, fotos familiares, nuevas amistades y muchas ganas de volver. El MAP se convirtió en un punto de referencia para pasar las vacaciones con contenido, afecto y creatividad.

Porque cuando un museo se llena de voces, música y juego, la cultura deja de ser algo lejano y se vuelve parte de la vida diaria. Esa fue la clave del éxito: abrir las puertas para que todos se sientan parte.

El cierre de julio dejó una certeza: el arte popular sigue más vivo que nunca cuando se comparte en comunidad. Y el MAP logró ser ese puente entre el pasado y el presente, entre las manos que crean y las miradas curiosas que se acercan.

 

Por Pablo L.