Crece el uso engañoso del término “IA” para promocionar productos que en realidad no usan esta tecnología o lo hacen de forma mínima
Una etiqueta de moda que se usa para vender más
En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) se volvió un imán comercial: parece que todo lo que tiene “IA” es mejor, más rápido, más inteligente. Pero no siempre es cierto. El problema aparece cuando esa promesa es puro humo, y ahí entra en juego el concepto de AI Washing, algo así como una “lavada de cara” con inteligencia artificial que en realidad no está.
El término viene de la idea de “greenwashing”, que es cuando te venden algo como ecológico y en realidad no lo es. Acá pasa lo mismo, pero con IA. Te lo presentan como un producto superavanzado y en verdad apenas si tiene un botón automático. El objetivo es simple: vender más, cobrar más caro y quedar bien parado frente a inversores o usuarios sin ofrecer lo que prometen.
¿Cómo se disfraza el engaño?
Las estrategias son variadas, pero hay patrones que se repiten. Muchas veces se exageran funciones básicas como si fueran un logro de la inteligencia artificial. Por ejemplo, un sistema que te responde con frases ya escritas se vende como “chatbot con IA”. O una herramienta que te muestra estadísticas simples se vende como “análisis predictivo inteligente”.
También hay casos donde las empresas nombran a la IA solo para ganar tiempo mientras desarrollan algo real. Prometen actualizaciones futuras, funcionalidades increíbles… que nunca llegan. Y cuando uno pregunta cómo funciona la IA que dicen usar, las respuestas son vagas, confusas o directamente no existen.
Todo eso genera una sensación de desconfianza, porque el usuario espera mucho más de lo que realmente obtiene. Y la frustración no tarda en aparecer cuando la experiencia no está a la altura de las expectativas.
“Nos hacen creer que estamos usando inteligencia artificial, pero muchas veces estamos hablando con un bot que responde como cassette viejo”, contó un vecino que cayó en la trampa con una app de atención al cliente.
¿Cómo evitar caer en el verso?
Antes de comprar o suscribirte a un servicio que diga tener inteligencia artificial, tomate un momento para investigar. Mirá qué funciones ofrece, qué tipo de resultados promete y cómo explican su funcionamiento. Si no pueden responder con claridad, probablemente estén exagerando.
Otra buena estrategia es buscar reseñas, comentarios reales de otros usuarios y pruebas de funcionamiento. Si nadie puede mostrar mejoras concretas o si todo suena demasiado bueno para ser verdad… quizás no lo sea.
Y sobre todo, desconfiá cuando la palabra “IA” parece ser lo único novedoso del producto. La tecnología real se demuestra con hechos, no con etiquetas marketineras.
Algunos ejemplos de AI Washing en la vida diaria
Un ejemplo muy común está en el servicio de atención al cliente. Muchas empresas dicen tener “IA conversacional” cuando en realidad usan respuestas prearmadas que no entienden lo que uno escribe. Otro caso típico está en las herramientas de marketing, donde prometen personalización con inteligencia artificial, pero en el fondo lo único que hacen es agrupar usuarios por edad o ubicación.
También pasa en las plataformas de análisis de datos, donde muestran gráficos simples o informes automáticos y lo venden como si fuera predicción futurista. Lo peor es que esta estrategia no solo afecta a los consumidores, sino también a los inversores.
Según un estudio de OpenOcean, las empresas que mencionan IA reciben entre un 15% y un 50% más de inversión que aquellas que no lo hacen, incluso cuando su tecnología no cambia en absoluto. Eso significa que el engaño impacta también en el desarrollo de proyectos reales, desplazando recursos hacia humo disfrazado.
Un desafío para el futuro: educar, regular y exigir transparencia
Si no se controla esta práctica, el AI Washing puede frenar la innovación verdadera. Se llenan los mercados de soluciones vacías, y la gente empieza a desconfiar de todo lo que suene a inteligencia artificial. Por eso es clave que haya regulaciones claras, pero también que como usuarios estemos informados y atentos.
El desafío está en no dejarnos llevar por el entusiasmo sin mirar qué hay detrás. La IA tiene mucho para aportar, pero no todo lo que dice serlo lo es. Y reconocer eso también es parte de vivir en una sociedad digital más justa y responsable.