El mediocampista que levantó la Copa en México 86 creció entre canchas barriales y el club de sus amores: Argentinos Juniors
De los potreros al mundo
Sergio “Checho” Batista nació y se crió en La Paternal, pero sus primeros pasos en el fútbol estuvieron ligados a las canchas y potreros de Agronomía. Entre partidos con amigos y entrenamientos improvisados, empezó a forjar la técnica y la visión de juego que más tarde lo llevarían a la cima del deporte.
Desde chico, su vida giró alrededor de la pelota. En esos espacios verdes del barrio, Batista aprendió a moverse con inteligencia en la cancha y a entender el fútbol como un juego colectivo, cualidades que lo distinguieron a lo largo de toda su carrera.
Ídolo de Argentinos Juniors
El vínculo con el barrio y con Argentinos Juniors fue natural. Debutó profesionalmente con la camiseta del “Bicho” y se convirtió en pieza clave del equipo que ganó el campeonato Metropolitano 1984, el Nacional 1985 y la Copa Libertadores 1985. Su entrega y liderazgo lo hicieron un referente para hinchas y compañeros.
En La Paternal todavía se recuerda cómo Batista representaba el espíritu del club: compromiso, humildad y juego en equipo. Esos valores, aprendidos en la infancia, se reflejaron en cada partido.
“Checho” Batista: del potrero de barrio a levantar la Copa del Mundo
Campeón mundial en México 86
Su consagración llegó en 1986, cuando integró la Selección Argentina campeona del mundo en México. Bajo la dirección de Carlos Bilardo, Batista fue titular en varios partidos, aportando equilibrio y recuperación en el mediocampo junto a figuras como Maradona, Burruchaga y Ruggeri.
Ese título lo inmortalizó como parte de una generación histórica, pero para él la esencia del fútbol siempre estuvo en el barrio, en esas primeras experiencias que lo formaron como jugador y persona.
Un referente local que sigue ligado al fútbol
Tras su retiro, Batista siguió vinculado al deporte como entrenador, incluso dirigiendo a la Selección Argentina en el Mundial de Sudáfrica 2010 y en la Copa América 2011. También tuvo etapas en clubes nacionales e internacionales, llevando consigo la impronta de su origen humilde y su paso por las canchas de Agronomía.
Hoy, “Checho” es más que un exjugador: es un símbolo del esfuerzo y el talento que nacen en los barrios. Su historia demuestra que desde un potrero porteño se puede llegar a la cima del mundo.