Policías y Bomberos de la Ciudad compartieron una jornada con sus familias

Un encuentro pensado para familias

Policías y Bomberos de la Ciudad se acercaron con sus hijos a una actividad abierta y amigable en el mes de la concientización, con espacios tranquilos, tiempos flexibles y una idea clara: nadie queda afuera.

La jornada fue organizada por la Coordinación General en Materia de Discapacidad de la Subsecretaría de Capital Humano, que invitó especialmente a familias con niños dentro del espectro autista para conversar, aprender y pasarla bien.

El foco estuvo puesto en acompañar a las familias y reducir barreras; también se abrió la invitación a quienes atraviesan otras discapacidades para que compartan el mismo clima de respeto y juego.

Arte y juego con sentido

Artistas plásticos propusieron talleres simples, materiales nobles y consignas cortas, para que cada chico encuentre su ritmo, explore colores y se exprese a su manera sin presiones.

La consigna fue clara: hacer lugar a lo sensorial, con texturas, luces suaves y mesas bajas, cuidando que los estímulos no saturen y que el disfrute sea pareja de la calma.

Bomberos por un día: aprender jugando

El programa “Bomberos por un día” se sumó con estaciones lúdico-educativas, donde se dieron consejos para prevenir incendios en casa y se respondió cada pregunta con paciencia.

Cascos, guantes y mangueras en mano, los chicos practicaron rutinas seguras y entendieron por qué un simulacro bien explicado baja miedos y ordena mejor cualquier emergencia.

Canes de la Escuadra Fiel y educación vial

Los canes de la Escuadra Fiel mostraron habilidades y obediencia, con exhibiciones cortas y pausas planificadas, para que todos puedan mirar sin ruido ni apuro.

A la par, la División de Prevención Vial armó juegos de educación con señales, caminos y semáforos de cartón, convirtiendo reglas en algo cercano y fácil de recordar.

Explorar, tocar, preguntar

El Museo de Arte Moderno acompañó con plaza blanda y juegos a la altura, un rincón para descansar, regular energías y volver a empezar cuando el cuerpo lo pedía.

También estuvieron helicópteros, móviles, motos y unidades de bomberos para subirse, conocer cómo funcionan y sacarse fotos, siempre guiados por equipos preparados.

La Escuadra Blanca hizo un show de habilidades con motos; los movimientos se programaron en secuencias breves para respetar tiempos y mantener el disfrute.

Deporte e inclusión en serio

Durante toda la tarde se armaron partidos espontáneos de fútbol, básquet y bochas, mezclando edades y capacidades, con el único objetivo de divertirse y sumar amigos.

La premisa fue simple: cada quien juega como puede y quiere, con pausas cuando hace falta, sin gritos y con reglas claras que cuidan a los chicos con motricidad diversa.

Accesibilidad que se nota

Hubo señalética visual con pictogramas, mapas sencillos y anticipación de rutinas, para que las transiciones entre una actividad y otra sean suaves y predecibles.

Se dispusieron auriculares, mantas y rincones de calma, así cada familia podía regular estímulos sin tener que irse del lugar ni cortar el momento compartido.

Los equipos ajustaron volumen, luces y tiempos en cada propuesta; el resultado fue un clima cuidado que habilitó participación verdadera y no solo de foto.

Consejos prácticos para casa y escuela

Sirve anticipar cambios con apoyos visuales, usar palabras concretas y ofrecer opciones; cuando las reglas son pocas y claras, baja la ansiedad en toda la familia.

Ayuda proponer tareas con principio y fin visibles, como armar y desarmar, ordenar por colores o seguir pasos cortos; el logro inmediato potencia la confianza.

Importa respetar intereses y ritmos: si a un chico le apasionan los vehículos, ese tema puede ser puente para leer, contar, dibujar y socializar sin forzar.

Redes y continuidad

La Ciudad trabaja para multiplicar estas jornadas en distintos barrios, sumando clubes, museos y plazas, para que la inclusión no sea evento aislado sino hábito.

Se promueve formación continua a fuerzas de seguridad en accesibilidad comunicacional, desescalamiento y apoyos, claves cuando se atienden emergencias reales.

Testimonios en primera persona

“Mi nene no suele quedarse mucho en lugares con ruido y acá pudo jugar, pintar y subirse a un móvil sin angustiarse”, contó una mamá, emocionada y aliviada.

Un bombero resumió: “Nos entrenamos para actuar rápido, y hoy aprendimos a actuar despacio; ese cambio de velocidad también salva y abraza”.

Cómo sumarse y pedir ayuda

Quienes quieran participar o acercar propuestas pueden contactar a la Coordinación en Discapacidad y a los clubes aliados; las redes se fortalecen cuando se comparten.

Si una familia necesita más apoyo, hay equipos que pueden orientar sobre terapias, escolaridad, recreación y redes comunitarias sin burocracias que cansan.

Cercanía que se entrena todos los días

Los cadetes del Instituto Superior de Seguridad Pública sumaron globología, juegos y momentos de arte, practicando ese trato paciente que vale oro en el trabajo de campo.

La idea de fondo fue entrenar empatía con situaciones reales: esperar, explicar simple, anticipar cambios y acompañar sin invadir, virtudes que también salvan vidas.

Un cierre a puro equipo

El evento terminó con un sorteo de camisetas donadas por clubes de primera y del ascenso: Boca, River, Racing, San Lorenzo, Huracán y varios más que se sumaron al gesto.

Más allá de los premios, lo que quedó fue el abrazo colectivo: familias, policías y bomberos compartiendo aprendizajes, risas y una mirada más amable sobre la diferencia.

Para qué sirve todo esto

No fue solo entretenimiento: fue construir comunidad y confianza, visibilizar el autismo y recordar que con apoyos simples la Ciudad se vuelve más transitable para todos.

El compromiso es acompañar también puertas adentro, con equipos que atienden a quienes visten uniforme y a sus familias, en lo laboral, lo personal y lo cotidiano.

“Nos propusimos que los chicos vivieran un día tranquilo, con ritmos suaves, sin ruidos fuertes y con apoyos claros: inclusión también es bajar un cambio para que todos disfruten”.

Cada actividad dejó herramientas prácticas para el día a día: anticipar cambios, usar pictogramas, elegir espacios de calma, pedir ayuda y sostener rutinas predecibles.

La invitación final es seguir encendiendo la luz azul durante todo el año: preguntar antes de suponer, escuchar antes de opinar y celebrar las diferencias sin etiquetas.

 

Por Pablo L.