El jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, manifestó su “profundo dolor” por el fallecimiento del Papa

Un mensaje que salió del corazón porteño

El Jefe de Gobierno publicó un comunicado en sus redes y canales oficiales donde manifestó su “profundo dolor por el fallecimiento del Papa Francisco”, subrayando el legado de paz, justicia y humildad que el Pontífice sembró en todo el planeta.

En el mismo texto, Jorge Macri señaló que “su legado nos seguirá iluminando a muchos” y enmarcó el momento como una tristeza infinita no solo para la comunidad católica, sino para la humanidad en su conjunto.

El mensaje buscó acompañar a quienes sintieron la noticia en carne viva, recordando que Francisco fue un porteño que trascendió fronteras y que llevó la voz del barrio a cada rincón donde pidió cuidar a los más vulnerables.

“Profundo dolor por el fallecimiento del Papa Francisco. Un porteño que trascendió fronteras y llevó su mensaje de paz, justicia y humildad al mundo entero. Su legado nos seguirá iluminando a muchos. Es un momento de infinita tristeza para la comunidad católica en particular, pero para toda la humanidad en general”.

El contexto: el adiós a un Papa argentino

El Vaticano confirmó que Francisco falleció el lunes 21 de abril de 2025, a las 7:35 de la mañana, en la Casa Santa Marta; el anuncio oficial lo realizó el camarlengo, cardenal Kevin Farrell.

La noticia recorrió el mundo en minutos y abrió un tiempo de duelo y gratitud por su pontificado, poniendo a Buenos Aires en primer plano por la historia de Jorge Mario Bergoglio con esta ciudad.

En los mensajes públicos se repitieron palabras como misericordia, cercanía y paz, tres marcas que Francisco eligió como brújula para hablarle tanto a creyentes como a quienes están lejos de la fe.

Acompañar en el barrio: gestos concretos

Desde la Ciudad se informó que las escuelas católicas tuvieron jornada de duelo, una decisión dispuesta por el Arzobispado que se coordinó con las comunidades educativas.

En parroquias y plazas hubo oraciones y abrazos, pequeños rituales vecinales para despedir al “Papa del fin del mundo”, con velas, paños celestes y un silencio compartido que dijo más que mil palabras.

La consigna fue clara: cuidar a quienes más lo sienten, acercar información confiable y sostener espacios de escucha para que nadie atraviese el duelo en soledad.

Un porteño que se volvió universal

Francisco llevó la identidad de Buenos Aires en la manera de hablar y en sus gestos cotidianos: austeridad, cercanía y picardía para empujar debates difíciles y tender puentes cuando más hacían falta.

Desde su elección en 2013, se plantó frente a la cultura del descarte, pidió una Iglesia en salida y con olor a barrio, y convirtió palabras como misericordia en práctica concreta para millones.

Por eso, en su despedida, no hubo solo lágrimas: también hubo gratitud por una voz que se animó a nombrar lo que duele y lo que cura en esta época vertiginosa.

Lo que deja su legado

Quedan sus encíclicas, sus gestos y sus viajes, pero sobre todo queda la insistencia en mirar a los últimos primero, algo que cruzó fronteras políticas y religiosas con la misma fuerza.

En la Ciudad, muchas comunidades leyeron su mensaje como un llamado a la unidad, a poner el cuerpo donde la dignidad se discute y a hacer de cada barrio un espacio de cuidado mutuo.

Ese mismo tono estuvo en las palabras de Jorge Macri, que puso el acento en la paz y la justicia como faros para los tiempos que vienen, más allá de cualquier diferencia.

Buenos Aires y el Papa: una historia compartida

Bergoglio caminó estas calles como cura, obispo y cardenal: conocía el color de cada barrio y la paciencia de cada fila, y desde ese aprendizaje habló luego al mundo entero.

No sorprende que la despedida haya tenido un tono íntimo y barrial: el agradecimiento se expresó en voces simples, en una vela, en un abrazo a la salida de misa.

Los porteños lo recuerdan por su sencillez y por ese modo directo de decir, capaz de tocar temas duros sin perder humanidad, una marca que también ordena la manera de despedirlo.

Cómo se transitó el duelo y qué sigue

Tras el anuncio oficial, se inició el protocolo de despedida en Roma, con ceremonias abiertas a los fieles y un flujo constante de peregrinos hacia San Pedro.

La Ciudad se mantuvo atenta a las disposiciones eclesiales y a la información del Vaticano, para compartir datos verificados y evitar confusiones en un momento sensible.

En los barrios, las comunidades organizaron encuentros de oración y espacios de memoria, donde se leyeron textos del Papa y se reunieron donaciones para comedores.

Palabras que quedan resonando

El eje de paz, justicia y humildad no fue un eslogan: fue una forma de estar en el mundo que invitó a salir del individualismo y a apostar por el bien común.

A esa sintonía apuntó el mensaje de Macri: honrar el legado con gestos concretos, en la vida cotidiana, en la escuela, en el club y en la calle de todos los días.

Porque cuando una comunidad se pone de pie para cuidar a sus integrantes, la ciudad se vuelve un poco más justa y más habitable, y eso también es una manera de rezar con las manos.

Un cierre con gratitud y compromiso

El adiós a Francisco no borra su presencia: la convierte en tarea; tender puentes, escuchar y trabajar por quienes menos tienen, sin levantar la voz más de lo necesario.

En ese espíritu, las palabras del Jefe de Gobierno sonaron como un abrazo institucional que acompaña el sentimiento popular en una hora difícil.

La memoria de un Papa argentino seguirá latiendo en cada gesto de cuidado que hagamos en el barrio, porque así se honra de verdad a quienes sembraron esperanza.

Una despedida con raíces porteñas

Muchos eligieron agradecer con detalles simples: dejar una flor en la reja de la parroquia, acercar una frazada al club, ofrecer un plato caliente en el comedor.

Otros armaron rondas de lectura con sus homilías y cartas, para poner en palabras lo que dolía y recordar que la fe también se sostiene en comunidad.

En cada gesto se notó una marca bien de acá: hacer del dolor una oportunidad de encuentro, cuidando al que está al lado, sin tanta ceremonia y con mucho corazón.

 

Por Pablo L.