En Buenos Aires, donde cada cuadra tiene una historia y cada edificio guarda recuerdos, recuperar una propiedad usurpada no es solo una cuestión legal: es devolverle a un vecino la paz que perdió hace años. Por eso, cuando el Gobierno porteño anunció que ya eran 500 los inmuebles recuperados en apenas dos años, el dato sacudió fuerte. Porque atrás de cada puerta cerrada con candado ajeno siempre hay familias esperando volver a lo suyo, y esa espera, muchas veces eterna, hoy empieza a tener final.

En una conferencia realizada en el emblemático edificio conocido como el “Elefante Blanco”, ubicado en Belgrano, el Jefe de Gobierno Jorge Macri marcó el tono del momento: “No cambiaron las leyes, lo que cambió fue la decisión política”. A su lado estaban dueños que recién lograron recuperar sus hogares, junto al ministro de Seguridad, Horacio Giménez, y el secretario Maximiliano Piñeiro. Fue un acto sencillo pero cargado de historias que conmueven.

Un edificio tomado por 60 años, símbolo de una pelea larga

El “Elefante Blanco”, ubicado en Olazábal 3432, estuvo ocupado durante seis décadas. En enero finalmente se logró la desocupación, marcando un hito que mostró que, con decisión y procedimiento, las cosas pueden cambiar. Lo mismo ocurrió con la Casa Blaquier en el Casco Histórico, la llamada “Galería del Terror” en Nueva Pompeya —tomada durante 20 años—, parte del Mercado de Bonpland en Palermo y un predio de 2.500 m² en Paseo Colón y San Juan donde funcionaba irregularmente un campo deportivo gestionado por el MIJD.

Cada uno de estos lugares recuperados forma parte de un mapa más grande: la Ciudad volvió a manos de sus verdaderos dueños cientos de espacios que durante años fueron sinónimo de abandono, miedo o conflicto. Y ese avance, según dijeron las autoridades, vino para quedarse.

“En menos de dos años recuperamos 500 propiedades, una por día hábil”, señaló Jorge Macri, destacando que en gestiones anteriores se hacían como mucho 30 por año.

El Jefe de Gobierno remarcó que detrás de cada inmueble hay un vecino con una historia marcada por la impotencia: contratos caídos, amenazas, destrozos, ocupaciones ilegales, subalquileres clandestinos. Pero más allá del conflicto legal, lo que más pesa es la carga emocional. Perder el control de tu propio lugar es una herida profunda, y esa herida es justamente la que se intenta reparar.

El operativo número 500: un hotel deteriorado en Monserrat

El operativo que marcó la propiedad número 500 recuperada sucedió ayer, en un antiguo hotel ubicado en la calle Chile 1228, en Monserrat. Allí vivían personas que subalquilaban habitaciones en un edificio sin luz, sin gas, sin agua y con un nivel de deterioro grave. La dueña, Luciana Palacio, había denunciado la usurpación después de descubrir, antes de la pandemia, que el contrato de alquiler no estaba renovado pese a que la gente seguía viviendo adentro.

A partir del 19 de agosto intervino la Fiscalía N°21 y, luego de meses de trabajo, se realizó el desalojo con la presencia de la Policía de la Ciudad, Espacio Público e Higiene Urbana, Emergencias, Bomberos y la Red de Atención. Luciana había estado 18 años esperando este día, una eternidad para cualquier familia.

“En la Ciudad, la propiedad privada se respeta, el esfuerzo se valora y el Estado está del lado de quienes cumplen”, remarcó Jorge Macri.

Muchos vecinos que recuperaron sus lugares cuentan historias similares: años donde la usurpación se convirtió en un monstruo difícil de enfrentar, donde la Justicia parecía lenta y donde el Estado no llegaba. Pero ahora, según remarcaron las autoridades, se está consolidando un mecanismo más claro, más firme y más veloz para actuar ante estos casos. La consigna es simple: no naturalizar lo que está mal.

Los barrios más afectados

Durante estos dos años, los operativos se concentraron en varias zonas donde el problema tenía raíces más profundas. Balvanera lidera el ranking con 65 inmuebles recuperados, seguido por La Boca con 39, Almagro con 28, Barracas con 24 y Constitución con 23. Son barrios con historia intensa, de gran movimiento y, muchas veces, con edificios antiguos que se vuelven blanco fácil para ocupaciones.

Las autoridades destacaron también que este trabajo se complementa con otros operativos contra la venta ilegal en zonas conflictivas como Once, Flores, Parque Centenario, Chacarita, Liniers o Mataderos, entre otras. En total, ya se realizaron 12 megaoperativos involucrando a unos 18 mil manteros. El objetivo es recuperar el orden en las calles y que los vecinos puedan convivir tranquilos.

Un cambio que se siente en la calle

El mensaje de la gestión es claro: reforzar la seguridad, acompañar a quienes cumplen y desarticular cualquier actividad que fomente la ilegalidad. Para muchos porteños, ver estos resultados genera un alivio que no se mide en números sino en sensaciones: la vuelta de la tranquilidad, la idea de que las reglas importan y de que la Ciudad puede ser un lugar más ordenado y más justo.

“Cuando un lugar es usurpado, todo lo que sucede alrededor es malo”, dijo el Jefe de Gobierno, haciendo referencia a delitos asociados como narcomenudeo, trata o robos.

El compromiso, aseguran, es sostener este ritmo para que ninguna propiedad vuelva a ser tomada. Los vecinos que recuperaron sus lugares lo resumen de manera simple: “Volvimos a casa”. Y en una ciudad tan intensa como Buenos Aires, eso es mucho más que una frase.

Palabras finales

Lo que está pasando no es solo una política pública: es un cambio cultural. La idea de que lo ajeno se respeta, que el Estado acompaña y que la seguridad empieza por cuidar el lugar donde vivís. Con 500 recuperadas y muchas más en proceso, el mensaje es claro: la Ciudad quiere cerrar una etapa donde las usurpaciones eran parte del paisaje.

 

Por Pablo L.