La Bombonera fue una continuidad de la fiesta de Riquelme y la imagen opuesta a lo mostrado en Mendoza. ¿Cuál es la realidad? Medina, Barco y Fabra la rompieron. Ahora, a esperar el sorteo y reforzarse.
Desconcertante. Ecléctico. Bipolar. Insólito. Extremista. Ciclotímico. Incomprensible. ¿Cómo explicar a este Boca? Algunos apuntes que avalan la dificultad para definirlo.
- El mismo Boca que pierde 4-0 con Godoy Cruz y da bronca y pena, desata un festival de gritos en la Bombonera una semana después contra Monagas.
- El que saca del medio al inicio del partido es Barco, un lateral izquierdo devenido wing.
- El equipo juega mejor -y hasta se pone en ventaja- cuando se queda con diez por expulsión de Valdez. A esto contribuye el reacomodamiento del equipo, donde Pol pasa de 5 y Varela de 2, al menos hasta el entretiempo.
- Al inicio del segundo tiempo, entra Roncaglia (por Payero, que se va sin pena ni gloria este viernes, final de su préstamo). Y Roncaglia juega mejor que Valdez. Un hallazgo.
- Así como el doble lateral funciona por derecha con Weigandt-Advíncula, rinde por izquierda con la dupla Fabra-Barco.
- El mismo Fabra que a veces no puede acarrear su propio culo, se transforma en una de las figuras con un no look pass en el primer gol y una asistencia en el segundo. Cuando tiene ganas, es el mejor 3 del mundo.
- El resistido Rolón entra por el mejor, Medina, y se contagia. Una asistencia suya corta la sequía de 27 partidos de Vázquez.
- Cuatro minutos más tarde, el resistido Ramìrez mete otra asistencia, también para Vázquez, que se convierte de este modo en el delantero más efectivo de Boca en la Copa y en uno de sus goleadores (junto a Advíncula y Weigandt).
- Al margen de los cuatro goles que hace, Boca mete tres tiros en los palos (Weigandt, Merentiel y Sández) y se pierde otros siete goles, lo cual eleva la cifra de situaciones claras a 14. Pol, Barco, Weigandt, Medina un par de veces, Rolón… Todos anduvieron muy cerca.
- La mayor ovación de la noche se la lleva un pibito de 18 años que cuenta apenas un puñado de partidos en Primera y al que la gente adopta por necesidad y por falta de referentes.
Como sea, Boca cumplió con pasar su grupo como se esperaba: sin problemas. Ahora empieza la Copa de verdad y el bombo de los segundos está lleno de primeros que no hicieron los deberes o que sufrieron para ganarle a The Strongest, el boliviano de nombre pretencioso que no es más que Monagas. ¿Qué decirles? ¿Qué esperar de este Boca impredecible? Todo y nada. De aquella noche vergonzosa a este continuidad de la fiesta de Román sin escalas, habrá que encontrar puntos intermedios. Hacen falta refuerzos: un 2 que no sea boludo ni esté retirado, alguien que juegue al fútbol con compromiso y constancia (mirar a Oscar Romero y hacer lo contrario), delanteros por afuera (insólitamente nos quedamos con dos chicos y Briasco, que no es confiable desde lo fìsico). Con lo que hay se puede ganar y se puede perder. Más perder que ganar.
La otra noche, mientras miraban con ojos de emoción y nostalgia al mito Bianchi, los hinchas empezaron a cantar algo que en sus tiempos ni hacía falta: «Quiero la Libertadores…». En este cierre de la primera fase, empezaron a remarcar ese deseo desde el minuto de silencio, que por supuesto no se respetó. Boca es ese grito desesperado y ansioso. Caótico. Visceral. Un grito parido en las entrañas de nuestra historia.