La Ciudad retiró 70 toneladas de basura acumulada en los conductos del Maldonado, en una limpieza profunda para prevenir inundaciones y mejorar el sistema pluvial
Un trabajo silencioso pero clave para los barrios
Aunque no se vea a simple vista, el arroyo Maldonado sigue corriendo bajo la ciudad, entre cemento y túneles. Por eso, cuando se acumula basura en sus conductos, los problemas llegan a la superficie: anegamientos, olores, humedad. Para evitar eso, el Gobierno porteño realizó una limpieza profunda en sus tramos más críticos.
Durante los trabajos, se retiraron más de 70 toneladas de residuos que estaban bloqueando el paso del agua en zonas clave como Villa Crespo, La Paternal, Villa General Mitre, Chacarita y Caballito. Desde colchones hasta botellas de plástico, pasando por ramas, barro y hasta electrodomésticos, todo eso apareció atrapado bajo tierra.
La limpieza se realizó en los ramales que descargan en los túneles aliviadores del Maldonado, construidos para evitar inundaciones como las que afectaban a los barrios porteños hasta hace una década. Con estas tareas, se busca que esos sistemas sigan funcionando correctamente, especialmente en época de lluvias fuertes.
Prevención para no lamentar después
El operativo fue realizado por la Dirección General Sistema Pluvial del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana. Para eso se utilizaron camiones desobstructores, cámaras robotizadas y personal técnico especializado. La tarea se realizó de madrugada para no interferir con el tránsito ni afectar a los vecinos.
Una de las claves del sistema pluvial porteño son los llamados “túneles aliviadores”: grandes conductos subterráneos que permiten desagotar el agua de lluvia en forma rápida. Si esos túneles se tapan, el riesgo de inundaciones vuelve a crecer, como ya pasó años atrás en Villa del Parque o Palermo.
Los trabajos actuales se enmarcan en un plan de mantenimiento integral del sistema pluvial que incluye limpiezas periódicas, revisión de bocas de tormenta y obras de infraestructura complementarias. Se estima que se limpian más de 1.200 kilómetros de conductos por año en toda la Ciudad.
“La basura que tiramos en la calle no desaparece: muchas veces termina en los arroyos subterráneos, y eso puede volver como inundación”, explicó un técnico del operativo.
Un problema que empieza en la vereda
Además del trabajo técnico, desde el Gobierno recordaron que la responsabilidad es compartida. Cuando se tiran bolsas en la calle, restos de poda, botellas o colchones, todo eso puede terminar bloqueando una rejilla o un sumidero.
Muchos de los residuos retirados en esta limpieza no llegan ahí por accidente: son fruto de acciones cotidianas que acumuladas generan un gran problema. Conciencia barrial, separación de residuos y no tirar basura en la vía pública son claves para evitar estos colapsos.
Desde la Comuna 15 destacaron que la limpieza del ramal Fraga fue clave para evitar futuras complicaciones en Chacarita y La Paternal, zonas donde el Maldonado tiene más presión hídrica. En algunos tramos el nivel de residuos tapaba más del 50% del caudal disponible.
Los trabajos seguirán durante el resto del invierno, aprovechando la menor demanda del sistema. También se sumarán tareas de desobstrucción en bocas de tormenta de superficie y refuerzos en puntos críticos como Juan B. Justo, Honorio Pueyrredón y San Martín.
El Maldonado, ese arroyo invisible que sigue vivo
El Maldonado fue entubado a mediados del siglo pasado, pero su curso todavía marca la identidad de muchos barrios. Corre bajo la avenida Juan B. Justo, cruzando de oeste a este como una arteria oculta. Y aunque no lo veamos, sigue ahí, respirando según lo que tiramos o cuidamos.
Cada vez que llueve fuerte, el sistema se pone a prueba. Por eso, estos operativos no son una noticia más: son parte del esfuerzo por evitar que lo que está bajo tierra nos afecte en superficie. Porque prevenir sigue siendo mejor que reparar.
Los vecinos lo saben: cuando el Maldonado está limpio, el barrio respira mejor. Y ese trabajo empieza en las manos de quienes barren la calle, limpian una rejilla o simplemente tiran la botella en el tacho correcto. El agua siempre encuentra su camino, pero nosotros también podemos ayudar a que fluya.