Entre clubes barriales, turistas y orquestas, la Ciudad late al ritmo del 2×4
Un patrimonio que trasciende fronteras
En Buenos Aires, el tango y la milonga no son solo géneros musicales: son una forma de vida que atraviesa generaciones y barrios enteros. Turistas, vecinos, jóvenes que recién se animan a dar los primeros pasos y bailarines consagrados se mezclan cada semana en clubes, salones y espacios culturales de la Ciudad.
Desde 2009, cuando la UNESCO declaró al tango Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, la danza y la música de orquesta se convirtieron en emblemas de identidad porteña frente al mundo. Pero la magia del tango se sostiene, sobre todo, en el boca a boca y en la fuerza de las milongas barriales, que resisten el paso del tiempo.
El Mundial de Tango, organizado cada año por el Ministerio de Cultura de la Ciudad, es otra muestra de esta vigencia. Competidores de todo el planeta llegan para medirse en categorías como Tango de Pista, Milonga, Vals y Milongueros del Mundo. Durante esas jornadas, Buenos Aires se convierte en la capital mundial del tango.
“En cada barrio, el tango encuentra su lugar, ya sea en un club social o en un escenario de campeonato internacional.”
La milonga: más que un baile, una comunidad
Se conoce como milonga a la reunión bailable que gira en torno al tango, el vals y la milonga. Allí no solo se baila: también se transmiten valores, se dictan clases, hay exhibiciones y música en vivo. Por regla, hasta un 30 % de la programación puede incluir otros ritmos, pero el corazón siempre late al compás del 2×4.
Las milongas generan trabajo y cultura al mismo tiempo. Detrás de cada encuentro hay músicos, cantantes, profesores, vestuaristas, fotógrafos y diseñadores, además del turismo que mueve a miles de visitantes. Son verdaderos ecosistemas culturales que sostienen una economía barrial propia.
En 2016 se sancionó la Ley de Fomento a las Milongas, cuyo objetivo es proteger y fortalecer esta actividad. La norma busca garantizar que los clubes y salones puedan seguir funcionando, brindando un marco legal y apoyo a una tradición que es tan porteña como el obelisco.
Clubes y milongas que mantienen viva la tradición
En la Comuna 15 hay dos clásicos tangueros que no fallan: el Club Fulgor de Villa Crespo, en Loyola 828, y el Club Villa Malcolm, en Córdoba 5064. En la milonga “El Entrevero”, que se organiza en el Fulgor, primero se dictan clases de tango y, a partir de las 23, arranca el baile que suele extenderse hasta la madrugada.
En Agronomía, el Club Social y Deportivo Morán, en Pedro Morán 2446, se transformó en un punto de referencia tanguero con la “Milonga del Morán”. En septiembre festejó sus 9 años y, una vez por mes, combina clases de baile con una milonga abierta para todas las edades. Un verdadero ejemplo de cómo el tango se mezcla con la vida cotidiana del barrio.
Existen también proyectos como BAMILONGA, una propuesta que apoya a organizadores y clubes que mantienen vivo el espíritu de la milonga. Estos espacios no solo fortalecen la actividad, sino que ayudan a que nuevas generaciones se acerquen a este universo cultural.
Los desafíos de mantener abiertas las pistas
No todo es baile y celebración. En los últimos años, muchas milongas fueron clausuradas por la Agencia Gubernamental de Control (AGC), que supervisa el cumplimiento de las normativas vigentes. Entre ellas, se establecen horarios de ingreso hasta las 4 AM, venta de alcohol hasta las 5 y cierre de la jornada a las 7:30.
Estas restricciones, sumadas a las dificultades económicas, ponen en jaque a varios espacios que sostienen la cultura tanguera a pulmón. Sin embargo, la comunidad milonguera se mantiene unida para defender su tradición y reclamar la continuidad de un patrimonio que le da identidad a Buenos Aires.
El tango y la milonga siguen siendo un imán para turistas, vecinos y curiosos. Cada noche porteña puede convertirse en un viaje en el tiempo, donde las orquestas de antes se mezclan con las ganas del presente. Y mientras haya un club, una pista o una pareja dispuesta a abrazarse al compás, el tango seguirá más vivo que nunca.