Arte urbano, memoria y color para transformar un muro histórico del barrio
Un paredón que deja de ser frontera
Quien camina por la avenida Guzmán lo nota enseguida: los muros del Cementerio de la Chacarita ya no pasan desapercibidos. Donde antes había cemento gris, desgaste y una pared que funcionaba casi como límite duro del barrio, hoy aparecen colores, formas y escenas que invitan a frenar el paso y mirar un poco más.
La Ciudad sumó nuevos murales en el frente del cementerio como parte de un proyecto integral de arte urbano que busca embellecer y revalorizar el entorno. La intervención cubre más de mil metros cuadrados de pintura y amplía de manera significativa la superficie artística incorporada al espacio público de Chacarita.
No se trata solo de decorar una pared. La propuesta apunta a cambiar la relación entre el barrio y el cementerio, acompañando la transformación urbana de la zona y devolviéndole presencia a un lugar cargado de historia, memoria y simbolismo.
Espiritualidad, memoria y territorio
El proyecto se inscribe dentro de una política más amplia del Gobierno porteño que busca sumar color y sentido a distintos puntos de la Ciudad a través del arte público. En este caso, la temática dialoga con la espiritualidad y el recuerdo de los seres queridos, algo inevitable cuando se trabaja sobre los muros de uno de los cementerios más emblemáticos de Buenos Aires.
Las nuevas pinturas continúan una etapa anterior realizada sobre la avenida Jorge Newbery, pero con un diseño renovado. La obra propone dos murales diferenciados pero continuos, pensados como una secuencia visual que acompaña al peatón a lo largo del paredón.
Los propios artistas definen el recorrido como “una bienvenida al cielo y una entrada al paraíso”. La idea de tránsito y continuidad atraviesa toda la composición, reforzando la noción de paso, movimiento y conexión entre mundos.
El trabajo de los artistas
La intervención fue realizada por los artistas visuales Lucas Tesoreiro y Eugenia Petre, con el acompañamiento de otros muralistas profesionales. Durante varias jornadas, grúas y andamios coparon la vereda para dar forma a una obra de gran escala que transforma por completo el paisaje urbano.
En el tramo que nace desde la avenida Jorge Newbery, Tesoreiro desarrolla su “puerta a los cielos” en monocromo. La obra presenta una jerarquía de figuras celestiales, con ángeles, arcángeles, serafines y querubines organizados en distintos niveles.
El artista toma referencias del Art Nouveau, una estética donde el cuerpo y la línea tienen un rol central. La trama visual invita a acercarse y recorrer el muro, descubriendo detalles a medida que se avanza. Para Tesoreiro, el proyecto tiene además un valor personal: es vecino del barrio y considera al cementerio un ícono de Chacarita.
“Que una obra mía esté acá en gran tamaño es muy importante y un orgullo, porque soy del barrio y el cementerio es icónico, además de que es una forma de brindar alegría a la gente”.
Color, sensaciones y espacio público
El mural de Eugenia Petre aborda la idea de “una entrada al paraíso” desde otro registro. Su trabajo se apoya en un paisaje ideal, casi abstracto, construido a partir de pulsiones de color y forma.
La artista utiliza una paleta de más de 35 tonalidades, donde predominan azules y violetas. La elección de los colores busca transmitir calma y dialogar con la vegetación que rodea el paredón del cementerio.
Petre destaca el carácter público del muralismo como disciplina. Es un arte que irrumpe en la vida cotidiana y es para todos, sin entradas ni horarios, formando parte del día a día de quienes viven, trabajan o simplemente pasan por el barrio.
En ese sentido, la obra también se conecta con los cambios que atraviesa Chacarita. Sumar color en un espacio históricamente gris es una forma de ponerlo en valor y de resignificar un muro que durante años fue visto solo como fondo.
Un barrio que se transforma sin perder identidad
Con esta intervención, la Ciudad refuerza su apuesta por el arte urbano como herramienta de transformación social y espacial. No se trata solo de embellecer, sino de generar nuevos sentidos en lugares cargados de historia.
El Cementerio de la Chacarita sigue siendo un espacio de memoria y respeto, pero ahora también dialoga con el barrio desde el color y el arte. Los murales no borran su identidad, la acompañan, sumando una mirada contemporánea que convive con lo histórico.
Para vecinos y vecinas, el cambio se siente en lo cotidiano. Un paredón intervenido puede cambiar la forma de transitar una cuadra, generar pertenencia y abrir conversaciones donde antes había silencio.
Así, Chacarita suma un nuevo capítulo a su vínculo con el arte callejero, reafirmando su identidad barrial y su capacidad de transformarse sin perder memoria.
Porque cuando el arte se mete en la calle, el barrio también se vuelve parte de la obra.





