Un nuevo aniversario de una norma que cambió la forma de mirar, cuidar y escuchar a niñas, niños y adolescentes
Una ley que marcó un antes y un después
Este 3 de diciembre se conmemoró un nuevo aniversario de la Ley 114, una norma que no pasó desapercibida cuando fue sancionada en 1998. Fue el punto de partida para reconocer a niñas, niños y adolescentes como sujetos de derechos, algo que hoy parece lógico, pero que en su momento significó un cambio profundo en la manera de pensar las políticas públicas en la Ciudad.
Hasta entonces, muchas decisiones se tomaban sin escuchar a quienes más las vivían en carne propia. La Ley 114 vino a decir que las infancias no son objetos de tutela, sino personas con voz, con derechos propios y con capacidad de participar en aquello que las afecta.
Derechos que no se negocian
La normativa estableció un sistema de protección integral que obliga al Estado, a las familias y a la comunidad a garantizar derechos básicos. Educación, salud, identidad y protección frente a la violencia dejaron de ser promesas para convertirse en responsabilidades concretas.
También puso el foco en algo fundamental: la convivencia familiar y comunitaria. Crecer acompañado, cuidado y respetado pasó a ser un derecho reconocido, no un privilegio para pocos.
Otro de los pilares de la ley es la participación. Escuchar a chicas y chicos en las decisiones que los involucran se volvió una obligación y no un gesto de buena voluntad.
El rol clave del Consejo de Derechos
En este entramado, el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (CDNNyA) ocupa un lugar central. Es el organismo encargado de coordinar acciones y garantizar que la ley se cumpla en cada rincón de la Ciudad.
Desde su creación, el Consejo interviene ante situaciones de vulneración de derechos y diseña políticas públicas que buscan llegar a tiempo. El objetivo es claro: que ningún derecho quede solo en el papel.
Además, impulsa programas de acompañamiento, dispositivos de protección y espacios donde adolescentes pueden expresarse y participar. Construir ciudadanía desde chicos es una de las apuestas más fuertes que sostiene la ley.
Un entramado que se construye todos los días
A lo largo de estos 26 años, la Ley 114 fue creciendo junto con la realidad social. Los desafíos cambiaron y las respuestas también tuvieron que adaptarse, en un contexto cada vez más complejo.
Las campañas de sensibilización, el trabajo territorial y la articulación entre organismos forman parte de ese entramado cotidiano. Cuidar las infancias es una tarea colectiva, que no se resuelve desde una oficina.
El aniversario no es solo una fecha para recordar una sanción legislativa. Es una invitación a revisar cómo se viven hoy esos derechos, en las escuelas, en los barrios y en las familias.
“El desafío sigue siendo que los derechos no queden escritos en una ley, sino que se ejerzan todos los días”, señalan desde los espacios que trabajan con infancias en la Ciudad.
Un compromiso que sigue vigente
A 26 años de su sanción, la Ciudad reafirma que el camino no está terminado. Garantizar igualdad de oportunidades sigue siendo una deuda diaria que exige presencia del Estado y compromiso social.
La Ley 114 sigue siendo una herramienta viva. Defenderla es defender el derecho de cada pibe y cada piba a crecer con dignidad, con cuidado y con futuro.
Porque cuando una sociedad cuida a sus infancias, también se cuida a sí misma. Ese es el verdadero sentido de este aniversario.





