Historias, acordes y voces que nacieron o se afianzaron en Villa Crespo, Chacarita, La Paternal, Agronomía, Parque Chas y Villa Ortúzar
Un territorio que respira música en cada esquina
En la Comuna 15 la música no es solo un pasatiempo: es parte del ADN de sus calles y de la memoria colectiva. Desde los viejos tangos que se escuchaban en las cantinas de Villa Crespo hasta las guitarras eléctricas que rugen en los bares de Chacarita, este pedazo de la Ciudad siempre fue un semillero de artistas que dejaron huella.
Muchos de estos músicos no solo vivieron acá, sino que se inspiraron en su propio barrio. La vida cotidiana, las veredas, las esquinas y los clubes fueron la escuela y el escenario donde se gestaron letras, melodías y estilos únicos que después viajaron por todo el país.
Villa Crespo: cuna de leyendas del tango y el rock
En Villa Crespo, el tango tuvo su casa desde principios del siglo XX. Osvaldo Pugliese, vecino ilustre del barrio, llevó su orquesta típica a lo más alto, con una ética solidaria que lo convirtió en símbolo de resistencia cultural. A su lado, voces como la de Adriana Varela mantuvieron viva la pasión tanguera en escenarios de todo el mundo.
Pero no todo fue tango: el rock nacional también encontró su lugar en estas calles. Fito Páez y Andrés Calamaro pasaron largas noches de ensayo y bohemia en estudios de la zona, mientras que bandas como Los Auténticos Decadentes hicieron de Villa Crespo un punto de encuentro para músicos de todos los estilos.
Chacarita: entre guitarras y poesía urbana
Chacarita tiene un pulso especial: es un barrio donde el rock, la murga y el tango conviven sin chocar. El Polaco Goyeneche, con su voz gastada y única, fue uno de sus vecinos más queridos. En tiempos más recientes, bandas como Las Pelotas encontraron en la zona un lugar para componer y grabar, aprovechando el ambiente creativo que ofrecen sus estudios y bares culturales.
Los bares sobre la avenida Corrientes fueron escenario de decenas de recitales íntimos. Allí se curtieron músicos que hoy llenan estadios, pero que empezaron tocando para 30 personas y un par de amigos del barrio.
La Paternal y Agronomía: identidad y rebeldía
En La Paternal, el rock barrial encontró terreno fértil. Los Piojos, liderados por Ciro Martínez, llevaron la impronta paternalense a cada recital, con letras que hablaban de amigos, calles y vivencias de la Ciudad. En Agronomía, la cercanía con la Facultad y los espacios verdes atrajo a músicos jóvenes con ganas de experimentar.
No hay que olvidar a Norberto “Pappo” Napolitano, que aunque nacido en otro barrio, dejó su marca en estudios y salas de ensayo de la zona. Su vínculo con colegas de la Comuna 15 es parte de la mitología del rock argentino.
Parque Chas y Villa Ortúzar: creatividad sin mapa
Parque Chas, con su trazado circular y misterioso, es un imán para artistas que buscan un lugar distinto para inspirarse. Allí se instalaron músicos como Kevin Johansen, que encontró en sus calles laberínticas el clima perfecto para crear melodías que mezclan géneros y culturas.
En Villa Ortúzar, el under musical sigue vivo. Bandas emergentes aprovechan galpones y centros culturales para montar escenarios improvisados donde el público puede descubrir nuevas propuestas antes de que lleguen a la radio.
Una herencia que sigue viva
La Comuna 15 sigue produciendo música y artistas para todos los gustos. Los festivales barriales y centros culturales autogestivos son hoy el motor de esta tradición, donde se mezclan generaciones y estilos en un mismo escenario.
Queda claro que este rincón de la Ciudad no solo tiene historia musical, sino que la está escribiendo todos los días. En cada bar, en cada club y en cada esquina hay un músico afinando su guitarra, listo para regalarle una canción más al barrio que lo vio crecer.
“La música de la Comuna 15 es una historia que se sigue escribiendo en cada acorde, en cada voz y en cada encuentro barrial”
Quizás esa sea la magia: que no importa si es tango, rock, murga o cumbia, acá la música es un puente que une a todos, desde los más viejos hasta los más chicos, en una misma pasión que no se apaga.