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River aplastó a Racing y lo dejó preocupado

River vs Racing 10/02/19 Foto: Rafael Quinteros

La última jugada es todo un síntoma del partido. Una imagen elocuente. Milton Casco encara con la pelota dominada y le hace una gambeta de crack a Ricardo Centurión. Y enloquece el Monumental. Entonces, Patricio Loustau se apiada de Racing y marca el final. El árbitro fue misericordioso con el puntero del campeonato. River, no. Por el contrario. Aplastó a la Academia. Y de no haber sido por la errática noche de Santos Borré y las atajadas de Gabriel Arias, el resultado hubiera sido idéntico al de los octavos de final de la Copa Libertadores. Pareció una continuidad de aquel duelo sin equivalencias disputado en agosto. Y le abrió una ventana a la esperanza de Defensa y Justicia, el Halcón de Varela que viene volando de atrás y este lunes enfrentará a Argentinos Juniors.

Dale campeón, dale campeón”, gritaban los hinchas. Y tal vez esa sea la principal diferencia entre uno y otro. River es el campeón de América y jugó con total autoridad. Racing todavía no puede garantizar su vuelta olímpica, pero lejos estuvo de mostrar todas esas virtudes que lo impulsaron hasta la cima de la tabla y generaron tantas expectativas.

Las posturas son determinantes. Racing llegó a Núñez con excesivas precauciones, como si aquella derrota de seis meses atrás lo hubiera condicionado. Dejó en el banco a Centurión y a Matías Zaracho. Apostó a los Neri/ys, Cardozo y Domínguez. Más Marcelo Díaz. Y ya estaba Augusto Solari. ¿Cuál era el plan de Eduardo Coudet con tantos volantes de salida y juego interno? Se suponía que le iba a discutir la tenencia a River. Que iba a tratar de liberar a los laterales, Renzo Saravia y Eugenio Mena, para lastimar por afuera. Que iba a alimentar a Lisandro López y Jonatan Cristaldo. Nada de eso sucedió.

River dominó de principio a fin porque Marcelo Gallardo plantó diez de los once jugadores que eliminaron a la Academia de la Copa Libertadores en este mismo estadio. Con el buen pulso de Enzo Pérez, la movilidad de Nacho Fernández y Exequiel Palacios, las proyecciones de Milton Casco y la magia de Juan Fernando Quintero.

Está en estado de gracia el enganche colombiano. Con un zurdazo fenomenal, con clase, la clavó en el ángulo de Gabriel Arias. Él mismo forzó la falta de Domínguez y se encargó de ejecutar el tiro libre que puso en ventaja al campeón de América.

Santos Borré, en cambio, jugó a contramano de su compatriota. Si el delantero nacido en Barranquilla hubiera estado afilado, el resultado se hubiera parecido bastante al de los octavos de final. Pero la pelota le quedó atrás cuando desbordó Casco. Y Arias anticipó en el mano a mano cuando quedó de frente al gol tras un notable pase de Juanfer. Y volvió a fallar después de recibir de Lucas Pratto y desorientar a Alejandro Donatti. Tres chances claras tuvo. Y ninguna entró.

Tan descolorido fue el primer tiempo de Racing que casi no apareció Lisandro, su bandera. Regaló cuarenta y cinco minutos el Chacho. Y cuando mandó a la cancha a Zaracho y Cvitanich, ya fue demasiado tarde. Pratto bajó una pelota larga de Armani, otra vez ganó Santos Borré en velocidad y cuando parecía que la jugada se ensuciaba por el cruce de Saravia, Casco sacó un zurdazo que rebotó en Donatti y descolocó a Arias. A esa altura, el partido estaba liquidado.

Es que no daba la sensación de que Racing podía levantarlo. Inconexo, impreciso, por momentos sin alma ni amor propio, el líder de la Superliga sucumbió ante el control del mediocampo de River, que siempre estuvo más cerca del tercero que su rival del descuento.

Entró tarde Centurión. Y fastidioso. No le salió una bien. ¿Para qué sostuvo tanto tiempo en la cancha a Domínguez y Díaz? No tuvo cambio de ritmo, ni agresividad Racing. Y cayó rotundamente. ¿Qué consecuencias tendrá esta derrota? Se verá. Todavía sigue siendo puntero, quedan siete fechas y la última es con Defensa y Justicia. River está vivo. A bordo de tres triunfos consecutivos, se quiere meter en la zona de Libertadores. Aunque hay algo más importante: recuperó el vigor, la contundencia y el juego que lo llevó a la cima continental.

 

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