El delantero uruguayo se emocionó al ser ovacionado por una Bombonera colmada. “Ya quiero salir a la cancha y jugar”, contó.
El grito retumba con fuerza en los escalones de una Bombonera colmada que bulle como un volcán a punto de hacer erupción. “¡U-ru-guayo, u-ru-guayo!”, atrona en todos los rincones de ese templo que se rinde a los pies de una nueva figura que invita a la esperanza: Edinson Cavani. En ese preciso momento, el hombre de 36 años, el goleador inoxidable, se da cuenta de que aún no las había vivido todas. Que el fútbol tenía reservado para él un capítulo más. Y se quiebra.
Lloró. Algunas lágrimas recorrieron el rostro del implacable goleador durante su impactante presentación ante miles de hinchas de Boca que fueron a la cancha para recibirlo y soñar con “los goles de Cavani que ya van a venir”. La expectativa es total. El atacante fue recibido como lo que es: una estrella. Por eso no pudo contener la emoción.
“Es una emoción muy grande. Es increíble, anteriormente conté una historia cuando tenía 12 años estuve parado ahí donde están ustedes y sentí el deseo de estar acá donde estoy ahora. Y después de tantos años que el fútbol me regaló un poco por todos lados, estoy acá disfrutando con mi familia. Muchas gracias”, fueron las primeras palabras de Cavani, quien se puso la camiseta del Xeneize con el emblemátivo dorsal 10.
“Tengo el deseo de darlo todo va a ser siempre el mismo, me da felicidad y una responsabalidad llevar ese número. Voy a trabajar mucho para poder defenderla y defender este escudo”, expresó. Y reveló cuál es el combustible, el anhelo que trajo en la valija y lo impulsa: “Se dio todo en estos últimos días. Lo primero que pensé es en esta Copa Libertadores y quería llegar lo antes posible para poder estar con mis compañeros lo antes posible”.
La muestra de devoción de la gente fue impresionante. Y resultó imposible no caer en el efecto contagio. El uruguayo salió al campo de juego acompañado por su familia: estuvieron su pareja, Joselyn Burgardt, y su cuatro hijos (Bautista, Lucas, India y Silvestre, los dos últimos de su actual matrimonio. También su sobrino, Salvador.
Edinson le sumó su voz a las canciones que bajaron desde las tribunas. Y cantó como un hincha más. En definitiva, como lo que es: un fanático que de chico soñaba con treparse al alambrado como el Manteca Martínez, un compatriota suyo que supo ganarse el amor de la feligresía boquense y que esta vez también estuvo en el estadio para recibir a la nueva figura del Xeneize.
Cantó como un hincha más
“Siento ganas de jugar al fútbol, de correr detrás de la pelota y gritar un gol con esta gente que sería algo único, maravilloso. Esa vibración que siente la gente, uno la siente también porque es eso lo que te mueve a hacer lo que hacés adentro de la cancha”, contó en pleno campo de juego. Y antes de comenzar a patear pelotas hacia la tribuna para ofrendárselas a la gente, avisó: “Ya quiero salir a la cancha y jugar”.
“No veo la hora de volver a empezar a correr atrás de la pelota. Las ganas no faltan”, expresó Cavani, visiblemente emocionado ante semejante clamor. Y en medio del fervor, se metió el túnel que conduce hacia los vestuarios entonando la canción que más le gustaba cuando era un gurí que soñaba con estar del otro lado del alambrado: “¡Soy bostero, es un sentimiento, no puedo paraaar!”.